Diario de León

| Crónica | Primer mitin en el País Vasco |

«Yo soy uno de los vuestros»

Rajoy compone en el País Vasco su discurso más solemne y emotivo y anuncia que seguirá con el plan de Aznar y Oreja de intentar desbancar al PNV de Ajuria Enea

Mayor Oreja y Rajoy, en el mitin del candidato ayer en Bilbao

Mayor Oreja y Rajoy, en el mitin del candidato ayer en Bilbao

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León

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De buena mañana, el avión trotón de la caravana despega en Salamanca. La terminal charra es del tamaño del Gadis de tu barrio. Una hora más tarde, atisbamos desde el aire la terminal de Sondika, en Bilbao: una preciosa vela de cristal high tech. Aterrizamos. Es otro planeta: la terminal rezuma diseño y lleva la firma de Santiago Calatrava, el arquitecto de moda, que va a idear la estación de la Zona Cero neoyorquina. El autobús desciende hacia Bilbao. Anotamos el orden prusiano de los caseríos, la pujanza de los polígonos industriales. Entras en la ciudad y te complace su operación de cirugía estética: el latón del Gughem, el nuevo paseo en la ribera del Nervión, los fosforitos (bocas de metro que diseñó Sir Norman Foster). La ciudad huele a dinero. Como hemos llegado pronto, aprovechamos la hora previa al mitin, que se celebra en el rutilante Palacio Euskalduna, para intentar ver a unos amigos de aquí. Llamamos: «Vale, quedamos. Pero ahí no; no vaya a ser que nos tomen por tíos del PP...». Nos citamos enfrente, en el café del hotel Sheraton. Más diseño (el water tiene la pileta más original que hemos visto). Hay nivel. Se vive bien en el País Vasco... siempre, claro está, que renuncies radicalmente a hablar de política. Desde 1980, cuando los concejales socialistas y populares se convirtieron en blanco humano, ETA ha asesinado a 13 afiliados del PP (el último, el presidente del partido en Aragón: en mayo del 2001 le descerrajaron dos tiros en la cabeza cuando iba al fútbol con su hijo). En Bilbao, un simple seguidor del PP se convierte en algo parecido a un paria social. Resultado: el País Vasco se ha convertido para el PP en un asunto personal y dispara su emotividad. Mariano Rajoy, con toda su pachorra y todo su porte flemático, tampoco es ajeno a los pesares de este sutil aparheid, sólo camuflado por la bonanza económica de Euskadi. Ayer concluyó su discurso ante su parroquianos vascos repitiendo un sentido «yo soy uno de los vuestros». Si no fuese por la contrastada impermeabilidad del personaje y por sus gafas, se diría que su mirada se empañó cuando formuló la afirmación por tercera vez. Rajoy ofreció en Bilbao su discurso más solemne. Fue una alocución monográfica sobre la encrucijada vasca, sin una sola alusión personal a los rivales de campaña. Enunció diez compromisos, que quiso resumir en uno: «Expreso mi compromiso con la libertad en el País Vasco y con España, que aquí significa oxígeno. La única libertad que llega aquí es la que viene de la España constitucional». Los ocho años de Aznar, su pulso a todo o nada con los nacionalismos, concluyen con unos retos secesionistas inéditos en la joven democracia espa-ñola. Se ha especulado con que Rajoy, si llega a presidente, será un bálsamo para esas tiranteces, merced a su aire educado. Sin embargo, por lo visto en el Eskalduna, parece claro que se atendrá férreamente al recetario para el País Vasco prescrito por Aznar y Mayor. Así, entre sus compromisos figuró el de echar al PNV tras sus 25 años en Ajuria Enea: «No flaquearemos jamás en el intento». Iturgaiz y Mayor se quemaban las manos aplaudiendo. Fuera, en las calles desiertas, lloviznaba con pereza sobre las farolas futuristas.

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