Diario de León

| Crónica | Retrato del aspirante a dos días del fin de campaña |

En el nombre de Aznar

Hasta ahora Rajoy lo eludía, pero ayer lo citó cinco veces, en un intento de que el «colosal legado de José María» contraste con «la falta de programa del PSOE»

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Por una noche, Rajoy acepta la dis-tancia corta y el tuteo. El candidato se viene a cenar con los esforzados de la ruta, que tras las huellas de sus zapatos Sebago han conocido todas las terminales aéreas españolas. Estamos en Zaragoza. Mariano acaba de torear en la plaza cubierta. Nada más concluir con los besos y achuchones, ha aprovechado un hueco para devorar los últimos minutos del golpe de mano de Pandiani en Turín. Su aireada afición por el deporte es genuina: tiene el disco duro cerebral repleto de datos de fútbol, ciclismo y hockey. En amores futboleros, ha patentado una fórmula que le permite quedar bien con medio mundio: «Soy accionista y socio del Pontevedra, socio del Celta, seguidor del Deportivo, abonado del Real Madrid y mi hijo es socio del Barcelona». El candidato es un hombre tímido. El nerviosimo controlado que le ocasiona encarar a su caravana asoma a unos ojos huidizos, que rara vez enfocan al interlocutor. Para relajarse tras otro día frenético, porta en una mano un par de dedos de elixir escocés y en la otra, un largo habano (en sus aparicio-nes públicas no está fumando, aunque es hombre que empalma el desayuno con el primer cigarro puro del día). Cordial, casi afectuoso, va saltando de mesa en mesa. Acepta todo tipo de asuntos. Pero siempre se acaba en el ser o no ser: ¿cree que va a obtener la mayoría absoluta o no? A diferencia de algunos líderes peperos, sorprende por su galleguísima cautela: evita vender la piel del oso antes de cazarlo. Rajoy aventura que lo «razonable» sería pa-sar el listón de los 175. Pero le sorpren-de que el supuesto vacío programático del PSOE, que él considera clamoroso, no acabe de hacerse evidentísimo para el grueso de la sociedad. «Pero vamos a ver, ¿tú eres capaz de decirme algo del programa económico de los socia-listas?», interroga a una periodista que se está peleando con unos minichipiro-nes de diseño. Y él mismo se responde: «No puedes, porque no lo tienen». Es un argumento que machaca cada día. Nada de exigencias Rajoy, cerebro de la campaña que consagró a Aznar, domina el negocio de las encuestas y confirma lo que dicen todos los gurús: la rueda buena es la del CIS, por la sencilla razón de que hace 24.000 entrevistas. Y ese sondeo le concede el gordo, aunque sin holguras. Por lo demás, puño de hierro en guante de seda. Con buenos modales, sí, pero Rajoy se cerrará en banda frente a todo lo que le suene a exigencia nacionalista. «¿Qué país del mundo puede tener recogido en su Constitucion el derecho a la auto-determinación? Ninguno, porque eso es la demolición del Estado?». Ayer, en Huesca y Barcelona, Maria-no intentó marcar una confrontación maniquea entre su opción y la de ZP. Una estrategia en la que perseverará en los dos días que restan: «El do-mingo tendremos que elegir: o un Gobierno que dé certeza, o el riesgo y la incertidumbre de esos señores». La novedad de la jornada fueron las invocaciones al espectro de Aznar. Hasta ahora evitaba citarlo. En Huesca lo mencionó cuatro veces y esgrimió su «colosal legado». «No quiero para España nada esencialmente distinto de lo que hicimos estos años». Rajoy apela a la cabeza, a la rutina sensata. Pero ZP apunta directo al (¿loco?) corazón. «Vamos a ganar porque tenemos un balance: la colosal gestión que José María Aznar y su Gobierno han hecho en estos años» MARIANO RAJOY

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