Diario de León

| Análisis | Golpe al mayor complejo ferroviario de España |

Estación de Atocha, zona cero

Con la imagen de la caída de las torres gemelas en la retina, los terroristas estarían buscando derrumbar la saturada terminal. Los expertos analizan qué habría ocurrido

Imagen, tomada en el 2000, de la terminal de cercanías de la estación de Atocha

Imagen, tomada en el 2000, de la terminal de cercanías de la estación de Atocha

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En los trenes de la estación de Atocha y la calle Téllez murieron 89 personas, pero la idea de los terroristas po­dría haber sido que la tragedia fuera mucho mayor y que las bombas de ambos convoyes estallaran todas en la terminal. Allí, los pasajeros y los que esperaban para acceder a los trenes habrían multiplicado el número de víctimas. Quienes planearon el golpe contaban con la posibilidad de que el edificio se desplomase, des­truyendo el mayor complejo ferroviario de España, por el que cada día pasan más de cuarenta mil personas. Los expertos no coinciden al analizar si la fuerza de los ex­plosivos habría sido suficiente para echar abajo el recinto. No sería la zona de cerca­nías la única afectada: «La terminal del AVE cuenta con una estructura más ligera y la onda expansiva provocaría destrozos en cristales y ele­mentos metálicos». Pese al grave pronóstico, hay quien opina que el daño ha­bría sido aún mayor. Un grupo de ingenieros andaluces, ex­pertos en control de edificios y estructuras, apuntaron a la agencia de noticias Europa Press que, si hubieran estallado en Atocha dos trenes a la vez, la estación madrileña se hubiera derrum­bado debido a la acumulación de energía y concurrencia de fuerzas en un punto semi­cerrado, lo que aumenta el riesgo evidente de que se produzca un desplome. Aunque reconocen que es una situación difícil de prever, creen que «la distancia entre el lugar de las explosiones y los edificios cercanos ha permitido disipar la energía y el efecto ha sido menos devastador». Las fuentes precisaron que los técnicos de Urbanismo y de los bomberos de Madrid «que están muy bien pre­parados» deberán primero escuchar las narraciones vi­suales de los testigos, realizar una inspección visual, ver la energía liberada y la distancia de las detonaciones y después iniciar las inspecciones de los edificios «con el empleo de técnicas modernas de ul­trasonido para ver posibles alteraciones en el interior del hormigón de los edificios».

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