«Tenemos amigos muertos, gente que iba a ganarse el pan»

«Hemos salido a la calle aterrados porque vamos a descubrir que hay gente que no aparece desde ayer. Tenemos amigos y vecinos muertos, gente inocente que iba a ganarse el pan o a estudiar», asegura sollozando Felicidad, vecina del barrio de El Pozo. Aquí conviven españoles, colombianos, ecuatorianos, peruanos, marroquíes o sierraleoneses. Agachados en las vías, bajo el cartel luminoso de Sin servicio, expertos de la policía siguen buscando indicios. El techo está cubierto de sangre y entre el frío y la lluvia se cuela el in-confundible olor a carne quemada. Una fuerte ráfaga de viento sacude las estructuras de hie-rro de la estación y algo cae a los pies de los curiosos. Es un dedo de alguna de las víctimas que la policía se apresura en recoger. «Yo traje a mi familia de Guayaquil hace cua-tro años pensando que España era un lugar de paz y prosperidad, pero desde ayer todo ha cambiado. Si me hubiera pasado algo a mí ¿qué habrían hecho los míos?», se pregunta Yuber Morán, de 28 años, que normalmente toma el tren en El Pozo. Sollozando una joven depositva una vela y una estampita de la virgen. «Ayer fue mi cumpleaños. Hubo dos compaeros de trabajo que no pudieron venir a celebrarlo conmigo porque murieron en el tren».