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La idea era que el artefacto fallido estallara en medio de la confusión

Los terroristas querían cazar a los viajeros de Atocha en una pinza

Un análisis revela que los asesinos conocían al milímetro los trayectos de los trenes

Un gran número de viajeros esperan en los andenes de Atocha

Publicado por
David Beriain - redacción
León

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Son las 7.34 de la mañana del jueves, el tren 21.431 llega a la estación de Atocha según su horario previsto. Deja a sus pasajeros y coge a otros nue­vos. Mucha gente en los ande­nes. 7.39, tres bombas estallan. Comienza la masacre. 7.43, otro tren estalla a unos seiscientos metros de la estación. Los que intentaban escapar de la ex­plosión se encuentran con las cuatro bombas del otro. Hasta aquí la secuencia es la conocida, pero no era la planeada por los terroristas. Como se difundió el jueves, el segundo tren, el 17.305, llevaba dos minutos de retraso y eso evitó que explotara dentro de la estación. Lo que no parece cierto, y también se había difundido, es que fueran a ex­plotar a la vez para crear una gran deflagración que pudiera destruir la estación de Atocha. La idea era otra. El temporizador, un teléfono móvil, hizo que las bombas del segundo tren estallaran a las 7.43, el horario previsto de llegada a la estación. Es decir, que la secuencia pretendida por los terroristas era una pri­mera explosión que matara y creara el caos en el primer con­voy y cuatro minutos después, cuando llegara el segundo tren a los andenes sin prever nada y se situara junto a la masacre, hacer explosionar el segundo, rematando a los heridos y causando más víctimas apro­vechando el caos. Una pinza de muerte con cuatro minutos de intervalo entre sus dos garras. Una cadena de explosiones menos contundente pero quizás más mortífera. A esa hora, cerca de las ocho de la mañana, las autoridades calcu­laban el jueves que debía haber cerca de 10.000 personas entre los alrededores de la estación y los andenes. La carnicería habría alcanzado pues cotas históricas. Falló la más potente La otra parte del plan de los terroristas que no se llevó a cabo fue la explosión de una de las mochilas bomba, la que estaba situada a cabeza del tren y la que llevaba la carga más potente. Por su posición, era la que quedaba más centrada res­pecto al edificio y la que habría hecho más daño a la estructura. A pesar del fallo de esta bomba, los cimientos de la estación se estremecieron, así que no se sabe qué habría pasado en el caso de que hubiera explotado la carga más potente y mejor posicionada. Y mucho menos si la segunda cadena de explo­siones hubiera vuelto a agitar los cimientos. Estos fallos en Atocha no se produjeron en las otras estaciones. Tanto en Santa Eugenia como en el Pozo del Tío Raimundo los terroristas controlaron perfectamente el horario de llegada a las estaciones.

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