RITA FERNÁNDEZ CÁNOVAS, EMPLEADA DE TELEFÓNICA
«Mi hija está grave, puede que pierda un ojo, pero está ahí»
Piedad, la madre de Rita, respira casi con tranquilidad ante la UCI del hospital universitario La Paz. «Mi hija está grave, puede que pierda un ojo y tiene metralla por todo el cuerpo, pero está ahí», explica. Piedad no deja de pensar que su yerno y su hijo también tendrían que haber estado en la trampa mortal. «Mi yerno se retrasó e iba a coger el siguiente tren; mi hijo no fue a trabajar. Ahora podría estar llorándolos a los tres», aseguraba. Como todos los días laborables, Rita tomaba el tren en Aluche y hacía trasbordo en Atocha para llegar a Recoletos, donde trabajaba. «Está despierta a ratos y pregunta por los muertos», asegura su padre. El hermano de Rita, que estuvo horas buscándola entre cadáveres, fue uno de los primeros que llegó a Atocha. «Está muy mal, lo que vio allí casi lo vuelve loco», confiesa su madre. En el mismo hospital se encuentra también Juan José Alonso Muñoz. Su mujer dice que celebrará cada 11 de marzo como el mejor de los aniversarios. «Salir vivo de una cosa así es volver a nacer», comenta a las puertas de un quirófano. «Tuvimos mucha suerte, ni siquiera sufrí la angustia de no saber su paradero, porque el hombre que lo rescató me llamó y me contó que estaba bien», relata.