El modus operandi y los antecedentes sostendrían la autoría de ETA

Nada más conocerse lo ocurrido en Madrid el jueves, las primeras sospechas se dirigieron hacia ETA. Muy debilitada, la banda terrorista llevaba meses preparando un ataque de gran dimensión para forzar al Estado a negociar pero siempre «con decenas de muertos sobre la mesa», lo que pondría en duda esa supuesta debilidad. Madrid era uno de sus objetivos pero los terroristas también habían amenazado los medios de transporte españoles, espe-cialmente, trenes, autopistas y aeropuertos, tal y como confirman algunos atentados abortados por las fuerzas de seguridad: la caravana de la muerte, Chamartín o Baqueira. Y así parecen confirmarlo algunos de los últimos comandos desarticulado. Los terroristas Gorka Vidal e Irkus Badillo fueron detenidos en Cuenca a principios de marzo con un furgón bomba que debería hacer explosión en Madrid. Apenas dos meses antes las fuerzas de seguridad también habían impedido que un etarra colocase una bomba en un tren camino de Madrid y que debería explosionar en Chamartín, al tiempo que en Burgos lograban desactivar un segundo artefacto que había viajado tres horas en un tren camino de Vitoria que llevaba 200 pasajeros a bordo. Otras dos bombas fueron interceptadas en una línea férrea en Aragón. Bombas-trampa Estos antecedentes sostienen la hipótesis que atribuye la autoría a ETA. Eso, y que el modus operandi coincide con el habitual de la banda: repartir mochilas para que exploten, al tiempo que se colocan otros artefactos trampa para hacer daño a las fuerzas de seguridad. Respecto a la dimensión del atentado, nunca visto en la historia de ETA, los expertos lo atribuyen a una mayor radi-calización en los miembros de la banda.