Diario de León

| Crónica | Una derrota inesperada |

Desolación en la calle Génova

Un grupo de seguidores del PP insultan a Zapatero y a los periodistas durante la concentración que celebraron debajo de la sede central de los conservadores en Madrid

Un grupo de simpatizantes anima a Rajoy ante la sede del PP

Un grupo de simpatizantes anima a Rajoy ante la sede del PP

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Alejandro Posilio - madrid
León

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El secretario general del Partido Popular, Mariano Rajoy acudió a Ferraz para reconocer la abultada de­rrota sufrida por su partido. Quizás pensase que lo peor es que su oponente, Zapatero, llegó y venció. El líder socia­lista recibió pasadas las diez de la noche una felicitación que quizás no se esperase, la de Rajoy. Pasadas las diez y media de la noche, Rajoy, tranquilo, pero con la desilusión refle­jada en el rostro, subía al es­trado del PP arropado por los principales dirigente de su partido, incluido el todavía presidente José María Aznar y el vicepresidente Rodrigo Rato, que le flanqueaban con rostros algo más sonrientes que el del candidato. Éste se mostró en plan institucional y ya anunció que él y sus di­putados harán una oposición leal. Insultos a periodistas Este buen perder no fue imitado por algunos de los doscientos simpatizantes que al final de la noche se concentraron en la calle Génova, que comenzaron a insultar a algunos periodis­tas y a lanzar insultos contra los socialistas y, en particular, contra Zapatero. Porque la noche no co­menzó con buen pie para los populares. Cuando se conocieron los primeros da­tos oficiales, con el 9%, las re­acciones de las poca decenas de seguidores populares que se desplazaron hasta la sede popular no fue nada eufórica. El PSOE ya asomaba bastante por delante, ratificando algu­nos de los sondeos realizado por los medios de comuni­cación. En la misma línea de cautela se expresó el director de campaña electoral del PP, Gabriel Elorriaga, quien en su primera intervención pública se limitó celebrar el elevado índice de participación y la normalidad en la jornada. El ambiente era bastante frío, tanto en la sede como en la calle. Resultaba difícil ver una sonrisa entre los popula­res. Eso sí, alcan­zado la mitad del escrutinio, se produjo un empujón de alegría al observar como el Partido Popular daba un salto importante en el número de diputados y restaba nueve de golpe en la diferencia con los socialistas. Entonces, la treintena de simpatizantes que aguantaban el frío en la calle comenzaron a exponer su reta­híla de cantos de animación, como «el Partido Popu­lar es honrado y ganará». Pero a partir de aquel momento el goteo de datos que llegaba desde el Ministerio del Interior no hizo más que confirmar la derrota.

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