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Voto sin obstáculos y unas gotinas de anís

El boca a boca pone de moda el servicio de acompañamiento de Protección Civil para electores ancianos o impedidos

En el Crucero, donde vive la colonia magrebí, apenas votaron inmigrantes

En el Crucero, donde vive la colonia magrebí, apenas votaron inmigrantes

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Marco Romero - león
León

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Marina Valladares González tiene 89 años y dice, muy enérgicamente, que lo que más le gusta a ciertas horas del día son «unas buenas gotinas de anís». «¿A que sí, Bienve? , le pregunta alegremente a uno de los vocales de la mesa electoral del instituto García Bellido, que casualmente es el camarero que le sirve su anisito en la cafetería de la residencia de ancianos donde vive. Le acaban de operar hace escasos días del metatarso -cualquiera lo diría a juzgar por su vitalidad- y lleva la pierna vendada, pero los chicos de Protección Civil, a quienes se lo agradecerá de por vida, le han trasladado en un todoterreno apenas 400 metros para que pueda introducir sus papeletas en las urnas, que faltaron a lo largo del día. Marina es sólo una de las más de cien personas que utilizaron el servicio puesto en marcha por este organismo para facilitar el acceso a los colegios electorales a ancianos y personas discapacitadas. El día antes de las elecciones sólo se habían apuntado 20 personas, pero ayer, a medida que se fue corriendo la voz en los geriátricos, fueron docenas de personas las que aprovecharon los traslados en los cuatro coches disponibles. Además, Protección Civil utilizó seis motocicletas para facilitar la movilidad a los jóvenes que acompañaron desde el domicilio hasta la urna a aquellos mayores que lo iban solicitando por teléfono. «Ahora acaba de llamar una señora ciega diciendo que en una hora nos espera en casa», explica Carlos Díez, encargado de coordinar el transporte de los votantes. Los trabajadores de este servicio contaron previamente con un listado facilitado por el Ayuntamiento, en el que se localizan los colegios con mayores dificultades en los accesos. «Tanto votar, tanto votar. ¡Insurrección!», exclamaba a media voz un viejo que paseaba en la residencia de ancianos de Armunia mientras otros se subían al coche que les llevaría a votar. «A mí es la primera vez que me tienen que ayudar, porque hasta ahora me valía solo», comenta Eliberto García, un oriundo de Benazolve de 96 años que pide dos cosas al nuevo presidente del Gobierno: «Que trabaje con los buenos y que gobierne León». Era justamente mediodía cuando Eliberto metía sus sobres en la urna. Las aulas del instituto en cuestión estaban a esa hora repletas de gente haciendo cola para votar. El deseo de ser bueno No era el único sitio. En el colegio de las Pastorinas, minutos después, los electores eran muchos y también esperaban en la cola. Entre ellos estaba Teresa, que no quiere acordarse de los años que tiene. Agarrada a su brazo, Marta, una joven de origen boliviano que lleva nueve años en el país, pero que todavía no puede votar. «Llevo toda la vida votando, y sólo espero que el próximo presidente del Gobierno sea bueno», afirma Teresa. En Quevedo, área donde reside la mayor colonia magrebí de la ciudad, apenas hay apellidos extranjeros en las listas electorales. «En la mía sólo hay un marroquí, pero no ha venido a votar», decían a mediodía en una de las mesas. En La Torre, a las tres de la tarde, habían votado 477 de los 908 electores que correspondían a una de las mesas. Esa era la afluencia media de todos los colegios electorales en ese momento, lo que da idea de la amplia participación que se produjo por la mañana, cinco puntos por encima de las elecciones del 2000. Entre la normalidad con que transcurrió la jornada, la anécdota simpática la puso una mujer de avanzada edad que acudió a votar al Centro Cívico de León Oeste. Allí reclamó la ayuda de una electora para elegir la papeleta del Congreso de los Diputados. Cuando ésta le explicó que debía escoger entre las candidaturas de los diferentes partidos, la anciana le respondió: «Yo quiero votar al bigotes, a Aznar», matizó. La mujer reconoció sentirse algo despistada dado que siempre le acompañan sus hijas, por lo que, según manifestó, esta es la primera vez que acude sola, informa Ical. No muy lejos de allí, una mujer sorprendía a la mesa electoral con su carné de identidad de varón.

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