Rabat avisó en junio a España del viaje de Zougam, «un islamista peligroso»

Responsables marroquíes de la lucha antiterrorista informaron ayer que habían alertado al Gobierno español en junio del 2003 del regreso a España, después de una visita a Marruecos, de Jamal Zougam, el hombre al que la policía detuvo el sábado en Lavapiés por su presunta relación con el 11-M. Según las citadas fuentes, que no precisaron el tiempo que había permanecido en Marruecos el sospechoso antes de regresar a España, Rabat comunicó a Madrid que Zougam «era un terrorista islamista particularmente peligroso». No fue la única advertencia transmitida por las autoridades marroquíes. También en junio del año pasado las autoridades marroquíes avisaron a España de manera oficial de que uno de los cabecillas de Casablanca -el francés Robert Richard Antoine, alias Pierre Robert, convertido al islam- había asegurado durante los interrogatorios que, meses antes de los ataques de Marruecos, él mismo había tejido en la Península Ibérica una amplia red para garantizar la huida de sus acólitos y perpetrar futuros atentados en España y Francia. Documentos aportados por investigadores marroquíes entonces insistían en que 16 miembros de la célula del imán francés (después el número aumentó hasta 20 y luego hasta 23) podrían encontrarse en territorio nacional, donde se habrían refugiado antes y después de la captura de su jefe y líder espiritual y del propio Abu Magdhen. Los servicios de información de la Policía Nacional buscan ahora el rastro en España de esos 23 terroristas, como pista principal para desvelar el misterio que rodea al ataque perpetrado en Madrid. Los agentes españoles se tomaron muy en serio las requisitorias de la Policía sobre la presencia de los leones, un vasto grupo paramilitar creado por Pierre (también conocido como Abu Abderraman o Lhaj) como parte de la organización armada Salafia Jihadia, y sobre todo se tomaron al píe de la letra las amenazas del imán de la posibilidad de acciones en España. Sin embargo, muy poco pudieron hacer los funcionarios españoles. Ni en sus archivos ni en las investigaciones abiertas por la Unidad Central de Inteligencia Exterior (UCIE) se tenía constancia de la mayoría de estos terroristas. De hecho, sus identidades no figuran siquiera en el sumario abierto por el juez Baltasar Garzón tras el 11-S sobre los grupos terroristas islámicos presentes en España. Las gestiones desembocaron en tres detenciones de personas muy cercanas a Jamal Zougam, el marroquí detenido en Madrid.