Diario de León

La psicosis tras los atentados de Atocha provoca continuas alarmas en los trenes de cercanías de Renfe

Publicado por
X. Fernández \ M. Parra - redacción
León

Creado:

Actualizado:

«Las amenazas telefónicas son constantes, vivimos en una situación de psicosis terrible. Cualquier móvil que suene o cualquier cosa por el estilo desata escenas de pánico entre los pasajeros». Las fuentes del departamento de Seguridad de Renfe consultadas por este periódico han dejado claro que la situación en el transporte colectivo, sobre todo en los trenes, no volverá a ser la misma después de los atentados del 11-M. Destacan que los problemas no se delimitan al servicio de cercanías, aunque en éste los problemas son más habituales. «Ocurre en todo el territorio nacional. Se puede hablar de caos», explican. Para afrontar el problema, se ha recurrido a una «impresionante movilización policial, sin ningún precedente. Se están utilizando incluso perros para detectar cualquier bulto extraño». Y es que son precisamente las mochilas y las carteras las que provocan con mayor frecuencia la alarma colectiva. La psicosis traspasa fronteras y numerosas estaciones de ferrocarril italianas y británicas viven desalojos producto del pánico. Sin embargo, a los usuarios de los transportes colectivos no les va a quedar otra solución que acostumbrarse a la nueva situación y recuperar la normalidad. Eso intentan estos días en las estaciones que fueron escenario de la masacre de la semana pasada. Bajo una ficticia normalidad, los viajeros que toman el tren en Atocha, Santa Eugenia y El Pozo se detienen con semblante serio ante los improvisados templos de cirios levantados a las víctimas. Muchos admiten miedo cuando suben al vagón, a otros el pánico les ha impedido volver. Las taquilleros de Renfe de las estaciones de Santa Eugenia y del Pozo del Tío Raimundo, Nieves y Gregorio, respectivamente, calculan que un diez por ciento de los vecinos han dejado de coger el tren, aunque a principio de semana «hubo muchísima gente que no se atrevió a venir». Seis días después de los atentados, la hija de 13 años de Sandra Morales continúa sin poder acercarse a la estación de El Pozo, siente «pánico». «Se acuerda del humo y de los gritos», explica su madre con los ojos llenos de lágrimas, mientras explica que su niña se salvó al retrasarse en la ducha y perder el tren habitual. Mucha gente está nerviosa, tie-ne miedo a salir, dicen que esto no ha terminado y que habrá más atentados.

tracking