| Entrevista | Carlos Velázquez |
«Llenamos apenas cien días al año: verano, fin de semana y puentes»
«Los pequeños negocios turísticos no son la panacea para los pueblos, pero ayudan a fijar la población y conservar su patrimonio y la cultura rural»
El turismo rural es sólo un complemento a la economía de los pueblos que han visto perder durante las dos últimas décadas sus históricas fuentes de riqueza, como la agricultura o las explotaciones mineras, pero nunca una alternativa a ellas, según el presidente de Aletur, Carlos Velázquez Duró. También puede fijar a una parte de la población joven y activa y evitar que se arruinen no pocos edificios históricos que aún sobreviven en precario, como las propias poblaciones. En todo caso, el número de establecimientos de turismo rural se ha disparado en una década desde el cero más absoluto hasta más de 300, según el último censo oficial. -¿La oferta está saturada o aún hay hueco para más? ¿Cuál sería el techo? -Posiblemente haya puntos muy concretos donde se pueda dar esa saturación, pero en el conjunto de la provincia en absoluto. No se si habrá todavía hueco para otros doscientos o trescientos establecimineots más, porque no me atrevo a dar números, pero es posible. Lo que pasa es que ahora se concentran en determinadas zonas y ahí es donde empieza a haber problemas, claro, como en la zona del Cares, la parte del Bierzo que da a Compludo, etcétera. Y, al revés, sobra sitio en Tierra de Campos para abrir negocios siguiento el carril del Camino de Santiago, por ejemplo, o por muchos otros motivos. -¿El retrato robot de un establecimiento de turismo rural es el de una pequeña empresa familiar, con pocas plazas, que oferta estancias en parajes sin masificar y sin prisas? -No se equivoca usted en absoluto. La única cuestión es que la oferta tiene dos vertientes diferentes: las casas, posadas y hoteles que se ofertan completos y los particulares que simplemente alquilan habitaciones. Son negocios distintos. -¿Y el del cliente? -La edad media estaría entre 30 y 35 años, aunque también es frecuente que se rebaje hasta los 25. Dependiendo de las fechas o de las temporadas ese baremo sube o baja, pero lo que es raro es que superen la cincuentena, porque, entonces, supongo que tendrán ofertas más atractivas como Benidorm o los balnearios. -¿Las estancias son cortas o largas? -En general, muy cortas. Como máximo de dos días o tres, aunque, como es lógico, procuramos prolongarlas lo más posible. Se alargan en verano y menos durante los puentes, pero el resto del año la ocupación cae de forma drástica. ¿Si alguna vez llegamos a nivel de ocupación cero? Intentamos que no suceda eso, pero no lo hemos conseguido, por lo menos de momento. ¿Qué tipo de clientela habría que buscar para prolongar esas estancias? No es cuestión de clases de clientes, sino de ofrecer atractivos a la gente en general en el entorno en que nos movemos, que es el campo a medio camino de las ciudades. -¿Los pueblos se preocupan de cuidar su entorno y las administraciones públicas restantes les obligan, a su vez, a que lo ciuden? -Pasa como en todas las cosas. Imagino que hay sitios donde se cuida mucho y otros donde a todo el mundo le da igual. En general yo creo que no. -¿El turismo rural es la panacea o solución para resolver la economía de los pueblos? -Yo regento un local que tiene la licencia número cinco por antigüedad, aunque ahora soy el tercero. Los otros dos cerraron, uno porque fracasó y el otro por éxito y prefirió crecer en otras partes, aunque parezca una paradoja. ¿El futuro? Desde luego nosotros no somos una panacea para la solución de los problemas del medio agrario, eso está claro. Sería imposible que la provincia pudiera vivir de esto. Pero también es cierto que es un medio muy válido para varios objetivos: primero, fijar población, que, de otra forma, emigraría; segundo, conservar una parte importante del patrimonio, que, de otra forma, se perdería; y, tercero, multiplicar ese patrimonio, si se puede, y conservar la cultura rural, lo que no es poco. Hay edificios que no tenían interés monumentalni nada parecido y que se mantienen todavía en pie gracias a este tipo de iniciativas. -¿Las ayudas y promociones de las administraciones públicas son comparables a las de otras autonomías? -En principio, las únicas ayudas para nuestros locales es para crear empleo asalariado. ¿Promociones como las de Fitur, etcétera? Eso está hecho de cara a la galería. A mí me da mucha pena el espectáculo de esa cantidad de stands oficiales que lo único que hacen es autoanunciarse. Es una promoción turística, pero muy relativa. Hay otras fórmulas más eficaces que esos grandes actos y fastos que duran cinco o siete días, y que, luego, encima, se desaprovechan. Pero qué duda cabe de que el turismo no sólo somos los de las zonas rurales y que, a lo mejor, hay otros colectivos que están más beneficiados. Nosotros no competimos en publicidad o precios con las zonas más masificadas; si acaso aspiramos a hacerlo en calidad.