Cerrar

| Crónica | La semana política |

Rajoy aplaza la transición

Mientras a Aznar le esperan horas amargas, peores que las que está viviendo, su sucesor se queda con la papeleta de recomponer un partido machacado por la derrota electoral

Zaplana se ha beneficiado del «feeling» con Aznar

Publicado por
Manuel Campo Vidal - madrid
León

Creado:

Actualizado:

Salvo que aparezca alguien con un resguardo del Registro de Marcas y Patentes, corresponde al diario francés Liberation , el mérito de inventar el término «aznarización» para definir el estado de gracia, o de menos gracia, en el que ha dejado a España y al PP el presidente del gobierno saliente. No está probado, pero no es descartable, que Mariano Rajoy, cuando inicia el día frente a cinco naranjas alicantinas de las que le envían sus amigos de Santa Pola, se recite para sí mismo este trabalenguas: «El PP está aznarizado. ¿Quién lo desaznarizará?. El desaznarizador que lo desaznarice, buen desaznarizador será». Y el desaznarizador no es otro, de momento, que él mismo. Si fracasa, tendrá que venir Alberto Ruiz Gallardón a arreglarlo. ¿Se puede hablar de desaznarizar el PP a pocas horas del baño de multitudes leales de Aznar en la plaza de Vistalegre de Madrid?. Por supuesto. Estos homenajes son siempre muy gratos pero tambien tienen una lectura fúnebre. Sirven básicamente para arropar al finado y a la familia. Al presidente saliente, que hizo bien más cosas de las que se le reconocen estos días, sobre todo en la primera legislatura, le esperan horas muy amargas, peores de las que está viviendo. Quizás Ana Botella lo vea venir así también y de ahí que no se reponga. La marcha que no esperaba Aznar anunció que se iba y cumplió su palabra cuando nadie le creía. Pero las circunstancias y sus errores del último año han hecho que parezca que, en vez de irse, lo hayan echado. Quiso pasar a la historia como un gran líder internacional y no para de cosechar reproches y frialdad entre líderes y periódicos, incluso muy conservadores, de todo el mundo. El Financial Times del viernes, sin ir más lejos, dedicaba tres páginas a demostrar como su gobierno mintió a los españoles. Y el Consejo Europeo, el de su despedida, parece darle a razón a Zapatero al solicitar más papel de la ONU en Irak. Ni siquiera a Colin Powell le parece mal del todo la propuesta del inminente presidente del Gobierno. Pero aún falta lo peor: presenciar la transición que indefectiblemente vivirá el Partido Popular que él ha dirigido con mano de hierro durante más de trece años. Heredó un conglomerado de barones enfrentados que actuaban bajo las mismas siglas y unificó el partido dotándolo de una gran eficacia hasta llevarlo al gobierno por dos legislaturas. Pero cuando un líder se va y encima su partido pierde, esa época se acaba y el libreto de la obra debe ser profundamente revisado. Las sorpresas Como eso es así y la transición del PP resulta inevitable, en Madrid nadie se explica porque el presunto desaznarizador Mariano Rajoy ha nombrado al aún ministro en funciones Acebes como numero dos y a Zaplana como numero tres. «Nadie se lo esperaba ni fuera ni dentro sobre todo después del penoso papel de los últimos días», comenta a Diario de León un publicitario que creó varias campañas de éxito para los populares. La explicación que ofrece un destacado dirigente del PP, que ruega obviar su nombre «en estos momentos tan delicados para nosotros» es aplastante: «Mariano nombra a Acebes porque se lo ha pedido Aznar y a Zaplana por el magnifico «feeling» que tiene con él. Al resto los está dispersando del centro de poder. Arenas a Andalucía a levantar aquello, si puede; Mayor Oreja a Europa y Ana Mato con él y a ver si puede colocar a Rodrigo Rato como director del Fondo Monetario Internacional». La única duda es Piqué, un político de primera división que cayó de doce a seis diputados el 14-M, pero que debe parte del retroceso a los errores de Madrid. Un colaborador suyo confirma a este periódico que cuando Piqué escuchó decir a Acebes, tras el atentado, aquello de «estará contento el señor Carod Rovira», el ex ministro exclamó: «Otros cincuenta mil votos menos». Ciertamente Carod debería agradecerle a Aznar y a su equipo que lo hayan hecho un hombre, electoralmente hablando. Los críticos de Rajoy, se estima en su entorno, deben concederle una oportunidad. Cierto es que la tuvo en las elecciones pero el equipo de Aznar apenas le permitió jugar a su estilo. Y cierto que ha nombrado a Acebes y a Zaplana pero poco más podía hacer con unas elecciones a dos meses y medio en las que buscarán la revancha electoral. Felipe González, que va varios pueblos por delante de su partido, ya lo advirtió el viernes en el Comité Federal del PSOE: «Tratarán, de deslegitimar nuestra victoria del 14-M ganando las europeas». Rajoy no podía a acudir a esa cita con el partido divido y descabezado. Ha optado primero por comenzar la limpia y aplazar las tareas de desaznarización para el verano. Entonces será la hora de la verdad.