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Publicado por
A. Torices \ M. Sáiz-Pardo - madrid
León

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Los cabecillas de la célula que cometió la matanza del 11-M, cuando el sábado por la tarde se vieron acorralados por la policía en su piso franco de Leganés, decidieron dos cosas: suicidarse con explosivos, al estilo de los fundamentalistas palestinos de Hamas, y llevarse por delante a todos los miembros del grupo de asalto de los GEOS que pudiesen. Llevaban unas dos semanas refugiados en la casa, después de que tuviesen que abandonar el primer piso franco, el de Morata de Tajuña, el pasado día 21 de marzo, ante la sospecha de que la policía podía estar sobre la pista. Los terroristas tuvieron claro su destino desde poco después de las seis de la tarde, cuando se dieron cuenta de que su refugio en el primer piso del número 40 de la calle Carmen Martín Gaite estaba cercado por los agentes. La alerta la dio uno de ellos que, sobre esa hora, bajó a la calle en chándal para bajar la basura y descubrió la presencia de los agentes de la Brigada de Información de la Policía Nacional. Quizás el mismo terrorista que logró huir antes de que se cercase el perímetro. La respuesta del comando, al que se había llegado con el rastreo de las llamadas realizadas con sus móviles el día que intentaron volar el AVE, fue iniciar un tiroteo con los policías desde las ventanas y terrazas del primer piso. Mientras los agentes se veían reforzados por un grupo de asalto de 40 geos, se sucedían periódicamente los tiroteos. El jefe de los GEO se puso en contacto con los terroristas, que amenazaron desde el principio con hacer volar el edificio, y les dio un ultimatum, que se agotaba poco antes de las nueve de la noche. Sobre esa hora, los sospechosos pidieron a los agentes que subiesen al piso a parlamentar, porque tenían la intención de rendirse. Después de un intercambio de gritos a través de la puerta, los geos volaron la entrada y lanzaron gases lacrimógenos, al tiempo que ordenaban a los atrincherados que salieran de la casa «totalmente desnudos». La respuesta fue una tremenda explosión en la que murieron los terroristas y un subinspector del grupo de asalto. Los islamistas nunca pensaron en rendirse, fue un engaño. De hecho, aprovecharon el tiempo de tregua para, entre cánticos y gritos en árabe, realizar el ritual de los suicidas.