Los investigadores trabajan con un 90% de posibilidades de que un quinto islamista falleciese en el asalto
Los terroristas muertos en Leganés iban a atentar en grandes aglomeraciones
El Tunecino y su célula tenían preparados explosivos para acciones inminentes
La eficacia policial evitó este fin de semana nuevas masacres indiscriminadas en los próximos días. La muerte el sábado en un piso de Leganés de los miembros del núcleo duro de la célula islámica que ejecutó la matanza del 11-M, incluido su máximo responsable, Sarhane Ben Abdelmajid, El Tunecino, abortó una campaña «inminente» de atentados terroristas contra lugares con grandes aglomeraciones ciudadanas. El ministro del Interior en funciones, Ángel Acebes, confirmó ayer que fueron cuatro los islamistas que se inmolaron con explosivos cuando la casa era asaltada por la policía, aunque, por la tarde, fuentes de la investigación trabajaban con un 90% de posibilidades de que se puedieran identificar los restos humanos, que pertenecerían a un quinto terrorista, encontrados entre los escombros del edificio. Los máximos responsables de la célula fundamentalista islámica, que el 11-M asesinaron a 191 personas en Madrid y que el viernes intentaron repetir la masacre en el AVE que se dirigía a Sevilla, contaban todavía con entre 25 y 40 kilos de goma 2 en su poder y ya habían preparado nuevos artefactos para atentar de inmediato. De la redada en el piso franco de Leganés pudieron escapar dos o tres presuntos autores materiales de los atentados ?alguno porque no estaban allí?, pero los investigadores consideran que todos los explosivos de los que disponía la banda pueden estar ya incautados. En un armario del primer piso había dos mochilas prácticamente idénticas a las utilizadas en la matanza de los trenes de cercanías, preparadas para su uso. Las bolsas contenían paquetes de cinco kilos goma 2 unidos a un detonador, que a su vez estaba conectado con cables a un teléfono móvil, instrumento que serviría de temporizador para provocar la explosión en el momento deseado. Para que la bomba estuviese a punto sólo faltaba colocar los iniciadores, el mecanismo que desencadena el estallido. Junto a las mochilas se hallaron también dos o tres artefactos más de goma 2 ya confeccionados, con sus detonadores colocados y a los que lo único que les faltaba era la unión del sistema de iniciación. El explosivo contenido en las mochilas y en los otros artefactos, que no estalló el sábado pese a la fortísima deflagración en la que murieron los cuatro o cinco terroristas y el subinspector de los GEO Francisco Javier Torrontera, pesaba más de 10 kilos. Las fuentes antiterroristas citadas consideran que los fundamentalistas tenían previsto continuar con la campaña de atentados contra transportes colectivos que iniciaron hace 23 días con la masacre en los cercanías, pero no descartan que ante la creciente vigilancia de trenes, metro y estaciones de autobuses, hubiesen cambiado sus planes y barajasen como nuevos objetivos otra serie de lugares públicos y masivos de reunión, como centros comerciales, locales de espectáculos o estadios deportivos. Tal es la convicción sobre la voluntad de la célula de cometer nuevos atentados que, pese a que mantiene un plan especial de seguridad para el ferrocarril y otros medios de transporte, dioayer órdenes específicas, como medida preventiva, para que todas las plantillas estén en labores de vigilancia de los lugares citados.