La voz que llama a una guerra

Moqtada Sadr se ha erigido en los últimos tiempos en un líder radical capaz de inflamar a las multitudes con sus discursos. No en vano, esgrime la palabra como medio de movilización de los musulmanes. A pesar de la popularidad de la que disfruta entre las bases chiíes iraquíes, sus actividades molestan a las autoridades religiosas y políticas de su misma comunidad. Apoyado en la memoria de su padre, Mohamed Sadek Sadr, un dignatario respetado por los chiíes iraquíes, se dice feroz opositor a la ocupación americana de su país y se sitúa en cabeza de una milicia de miles de hombres, el Ejército de Mehdi. Rechazado en el seno del Consejo de gobierno transitorio, lanzó una campaña contra las autoridades del momento e incluso proyectó crear su propio gobierno paralelo, a lo que renunció por falta de apoyo popular. Una destacada franja de la jerarquía religiosa le reprocha haber lanzado a sus partidarios contra ex militantes baasistas o de los servicios de seguridad y de haber eliminado, sin juicio previo, al asesino de su padre. Testarudo y algo nervioso según sus colaboradores, este sayyed (descendiente del profeta) de 30 años no ha alcanzado todavía la dignidad de moujtahid, que le permitiría, como sabio, interpretar los textos sagrados. El don Pero sus fieles, que se cuentan por miles entre la juventud empobrecida de los suburbios de Bagdad, ven en él al auténtico heredero de su padre, asesinado en 1999 por Sadam Huseín. De físico imponente, de cara redonda, este joven barbudo tiene el don de atraer a sus fieles con un discurso político simple, plagado de referencias religiosas. Entre los valores defendidos por su padre y por su tío Mohamed Baqer, también asesinado por Sadam, reivindica en particular el martirio al servicio del Islam. De hecho, su movimiento se denomina Partidarios del segundo martirio, en alusión a Mohamed Sadek, el segundo miembro de la familia Sadr muerto en martirio. Sadr no habla ninguna lengua extranjera y sólo ha realizado un viaje en su vida: en junio de 2003 fue a Irán para conmemorar el aniversario del ayatolá Jomeini.