De la maravilla de Valporquero al olvidado cenobio de Sandoval

La primavera y el otoño son las dos épocas del año más recomendables para realizar una visita a la Cueva de Valporquero, que es cuando el agua está presente y acompaña al viajero en su recorrido turístico de 1.000 metros de longitud. Fue abierta al público en 1966 por la Diputación provincial y es el resultado de la excavación sobre la roca que durante miles de años practicó el río Torío en su discurrir por el interior de la montaña. La cueva forma de su antiguo cauce, que ahora discurre por un nivel superior. El conocido como «Curso de las Aguas» tiene «1.300 metros de longitud de empinadas galerías surcadas por el río y que solamente los espeleólogos expertos pueden atravesar». Su promoción turística incluye gastronomía, ocio y, naturalmente, los secretos de Valporquero: Pequeñas Maravillas, Gran Rotonda, Hadas, Cementerio Estalectítico, Gran Vía, Columna Solitaria y Maravillas. La Diputación promociona en una guía once enclaves de la provincia que van desde la iglesia de Santa María de Arbas, Astorga, Castrillo de los Polvazares, Compludo, Gradefes, León, Lois, Mansilla de las Mulas, Peñalba de Santiago, Ponferrada, Sahagún, San Miguel de Escalada, Santo Tomás de las Ollas, Villafranca del Bierzo y Villaverde de Sandoval, que no cuenta por ahora con guía oficial de la Junta ni de la Diputación. La señora Munda ha sido durante las últimas la voluntaria cicerone de este monumento propiedad de la Junta de Castilla y León.