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Recogimiento y respeto al toque de las horquetas y los pasos de los braceros

Hermanos de la cofradía de la Expiración portan su Cristo titular en andas de forja

Publicado por
Nuria González/P. Infiesta - león
León

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Era el día del silencio y con la sobriedad que caracteriza a cada Miércoles Santo, previo al dolor de la muerte de Cristo, salió la procesión del Silencio, formada sólo por hombres. Organizada por la Cofradía Santísimo Cristo de la Expiración y del Silencio partió de la iglesia del convenio de San Francisco el Real de los Capuchinos un cortejo que llenó de silencio las calles de la ciudad. La procesión del Silencio fue creada como tal en 1941 bajo la iniciativa de los Padres Capuchinos y la tutela del Padre Javier de Valladolid. Como cada año, el silencio que reinó durante todo el recorrido que duró poco más de dos horas se rompió sólo por las voces de los hombres rezando solemnemente el Credo de los Apóstoles nada más salir de los Capuchinos. Además, la comitiva contó con un importante número de penitentes anónimos que se denominan «ofrecidos» portando cruces penitenciales y algunos de ellos realizaron el desfile con los pies desnudos. Tan sólo el golpeo regular de las horquetas en el suelo y el rasear de los pies de los pocos braceros que portan las imágenes que desfilan en el cortejo interrumpían el silencio que fue respetado en buena parte del recorrido por los niños y mayores que llenaron las calles de la ciudad. Tras partir de su sede, la procesión recorrió la avenida Independencia, la plaza de Santo Domingo, Gran Vía de San Marcos, San Agustín, Ordoño II, plaza de San Marcelo para regresar de nuevo al convenio de los Capuchinos. Durante el trayecto se procesionaron dos imágenes, el Cristo de Medinaceli que responde a la iconografía de Jesús Cautivo o Cristo del Rescate de la década de los años 40 y la autoría corresponde al escultor gallego Aserey, una imagen que salió a la calle restaurada y practicamente sin ningún desperfecto. Mereció la pena también observar el Cristo de la Expiración, con una iluminación muy tenue portado sobre unas andas de forja. Además de los crucíferos, este año también se pudo observar una cruz penitencial, como símbolo de la máxima expresión de la severidad de la Semana Santa, que por segundo año consecutivo tiene unas dimensiones superiores a las de épocas pasadas y que suele portarla alguno de los hermanos de la Cofradía que quiera realizar alguna promesa especial. Suena la esquila Junto con las horquetas, el único sonido que se pudo escuchar en la procesión ayer fue el de las esquilas que anuncian la tragedia que se viviría días más tardes. Así, los momentos más emotivos de la procesión del Silencio fueron, junto con el rezo del Credo, la salida y la entrada del propio cortejo, así como el canto de la Salve en la plaza de la Inmaculada. La Cofradía Santísimo Cristo de la Expiración y del Silencio nació en 1991 y cuenta con un total de 120 hermanos.