Los investigadores trabajan con la hipótesis de que los hermanos Oulad no se inmolaron en la explosión de Leganés
Los terroristas planeaban atentar en un centro comercial o en una procesión
Miles de policías locales intensifican la búsqueda de un tercer piso en la periferia de Madrid
Los investigadores no albergan dudas de que la matanza del 11-M, en la que murieron 191 personas y casi 1.800 más sufrieron lesiones, sólo era la primera de una cadena de masacres que una célula de terroristas islámicos iba a ejecutar en Madrid y sus alrededores y que tenía perfectamente planificada desde semanas antes a la voladura de los cuatro trenes de cercanías. Según afirmaron ayer fuentes antiterroristas, las evidencias en su poder apuntan a que los asesinos del 11-M, que 21 días después fracasaron cuando intentaron volar un tren AVE con más de 200 ocupantes, tenían previstos nuevos atentados masivos, posiblemente para esta misma Semana Santa, en áreas con grandes aglomeraciones ciudadanas como centros comerciales, nudos de transporte colectivo e, incluso, procesiones católicas. Los datos recogidos a lo largo de la investigación, especialmente los obtenidos en el piso en el que el sábado se inmolaron los cabecillas, señalan que los terroristas, casi todos detenidos o muertos, invirtieron varios meses en reclutar y adoctrinar a los fundamentalistas que precisaban, en buscar fuentes de financiación, incluido el tráfico de drogas, y en planificar cada uno de sus pasos y adquirir la infraestructura necesaria. Alquilaron con anterioridad al 11-M todos los pisos francos que le iban a hacer falta para preparar los atentados y refugiarse, eligieron su ubicación en función del orden y la accesibilidad a los objetivos que pensaban atacar, y adquirieron la cantidad de 'goma 2' precisa para la totalidad de sus matanzas -unos 185 kilos-, que, como demuestra el depósito de explosivos existente en Leganés, aún no se había agotado el sábado pasado. Las evidencias recogidas entre los escombros del piso en el que se inmolaron -sobre todo folletos, planos y horarios- apuntan a que sus objetivos podían ser estaciones de transporte, centros comerciales y, quizás, procesiones católicas de la zona sur de la Comunidad de Madrid. Además, los terroristas disponían de una fuerte cantidad de dinero -unos 36.000 euros en billetes grandes- con los que financiar sus planes futuros. Los analistas policiales creen que el objetivo prioritario de los fundamentalistas eran las redes de transporte, por el pánico que provocan con sus acciones, la repercusión internacional y el elevado número de víctimas que acarrean. Sin embargo, los terroristas pensaron en otras opciones, igual de sangrientas, al prever las fuertes medidas de seguridad que se establecerían tras el 11-M en estas instalaciones. Por eso, los investigadores se inclinan por alguno de los centros comerciales que pueblan el sur de la Comunidad de Madrid, con sus salas de multicines y espacios de ocio, que en estas fechas festivas congregan a grandes multitudes. La lógica y meditada planificación que desprenden las acciones de la célula es lo que desde el fin de semana pasado hizo pensar a la Policía que este grupo puede tener alquilado desde hace semanas un tercer piso franco en otra población madrileña, inmueble en el que se habría refugiado tras intentar o cometer los atentados previstos para esta semana. En la búsqueda de este piso participan miles de policías locales.