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| Reportaje | La ciudad muda | JUEVES SANTO EN ASTORGA

Rosas para el Nazareno

La hermandad de Caballeros del Silencio procesionó a su titular en rigurosa quietud, sólo rota por las marchas de la banda municipal y las pisadas de los militares

Una imagen del Nazareno que desfiló en la emotiva procesión de anoche

Publicado por
Maite Almanza - astorga
León

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La Hermandad de Caballeros del Silencio de Nuestro Padre Jesús Nazareno pujó ayer a su imagen titular en la Procesión del Silencio, que escogió calles peatonales en su lento discurrir hacia la Catedral por ser el actual un año par. El desfile comenzó tras el voto de silencio que los cofrades emitieron en la parroquia de San Bartolomé, y que contagió al numeroso público que contemplaba mudo el recorrido, y que soportó las bajas temperaturas. El cortejo estaba compuesto por el Nazareno, obra que José Francisco Terán realizó en madera policromada en 1783 en Astorga. La talla, que portaban sesenta braceros y custodiaban varios militares, oscilaba al paso de aquéllos sobre un lecho de flores en tonos granates y amarillos, en el que destacaba medio centenar de rosas. Los hermanos estrenaron unos remates de madera que completan las varas del trono. Mientras, cuarenta y cinco braceras pujaban la Cruz Luminosa, que lucía un adorno floral en colores rosa, blanco y azul. Completaban la comitiva las Farolas del Vía Crucis, que catorce cofrades portaban en mano y encendidas, componiendo así una hilera de luces en la noche. Farolas y cruz, realizadas en vidrio emplomado y metales, formaban un único paso de autor anónimo que durante el siglo XX desfiló en ruedas hasta que la hermandad decidió separar los citados elementos, a finales de los años noventa. Los hermanos que caminaban en filas, muchos de ellos sujetando cirios, los músicos de la banda municipal, y las autoridades, completaban la comitiva. De madrugada, tras el cierre de esta edición, la Cofradía de la Santa Vera Cruz y Confalón tenía previsto salir en su Procesión Penitencial portando el Cristo Yacente sobre una camilla en uno de los cortejos más fúnebres de la Semana Santa que en sus inicios desfila por el paseo de la muralla. Los cantos del Pueblo mío , los cofrades con capucha monacal que llevan faroles encendidos y el sonido de las carracas y matracas en la fría noche confieren un ambiente lúgubre al itinerario, que se detiene en la Capilla de San Esteban para el Enclavamiento del Cristo, previo al Desenclavo de esta tarde en la plaza Mayor.

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