El fuego, símbolo de la salvación Los cofrades bajan el cuerpo yacente de Jesús antes de la Resurrección Amargura ante la muerte

La Cofradía del Santo Sepulcro Esperanza de la Vida organizó ayer la procesión Camino de Luz en la que escenifica la llegada de la Resurreción de Cristo y los hace a través del fuego que va entregando en varias parroquias de la ciudad por las que pasa el cortejo. Los hermanos mantuvieron encendido durante toda la procesión el fuego gracias a un brasero de carbón litúrgico, el mismo que se emplea para los incensiarios. Tras el rito del fuego, que se celebró en la iglesia de San Froilán, tuvo lugar la vigila pascual. Los cofrades del Santo Cristo del Desenclavo volvieron a revivir ayer, en la Plaza de San Isidoro el descenso de Jesús de la Cruz. Tras ser enclavado el pasado jueves así salió a la calle en el inicio del cortejo hasta llegar al atrio de la Basílica de San Isidoro donde se produce el momento más importante de la congregación, ante la Puerta del Perdón. Un instante en el que tres hermanos de la cofradía se encaraman a lo alto de la cruz y desenclavan el cuerpo de Cristo descendiéndolo lentamente hacia el catafalco situado al lado del calvario. Al mismo tiempo varias hermanas de la cofradía entonaron el Cantar de las Llabas, texto recogido en la localidad de Sobarriba del Tendal. Dos hermanos bajaron al Cristo mientras las hermanas de la cofradía cantan a las llagas de la mano derecha, la mano izquierda, el costado y los pies. Se lo presentan a la virgen y esta hace una una reverencia en señal de reconocimiento. El cuerpo de Jesús se deposita después en la urna y el desfile se reanuda de regreso a la iglesia de Santa Marina. Una imagen articulada El Santo Cristo del Desenclavo es una obra realizada por el leonés Manuel López Becker en el año 2000. Representa a un crucificado con cuatro clavos, en tamaño natural y madera de álamo. Cumple una doble misión. Por un lado tiene un componente de Cristo crucificado y por otro de yacente, una vez que se ha producido el Desenclavo. El coste de la talla fue de un millón seiscientas mil pesetas de las cuales cien mil fueron regaladas por el propio escultor a la Cofradía del Desenclavo. En el rostro, para darle mayor naturalidad, se colocó una dentadura postiza y ojos de cristal. El paso es pujado por un total de 95 braceros y su trono está realizado en madera de pino y terminado en caoba con volutas. Cuando la comitiva se acerca al convento de las Clarisas, las monjas cantan la salve popular a la virgen, poco antes del Desenclavo. Un cortejo que parte de la iglesia de Santa Marina La Real y en el que las hermanas pujan la urna vacía y a Nuestra Madre María Santísima del Desconsuelo, tallada por Jesús Azoitia en 1998. Una cofradía mixta La Cofradía del Desenclavo se creó en 1992 y desde ese momento ha pretendido cumplir con los objetivos que impulsaron su nacimiento. En primer lugar, aportar a la Semana Santa una serie de actos novedosos como la ceremonia de Las Tinieblas, la Ronda Lírico Pasional y sobre todo el acto del Desenclavo que da nombre a la cofradía. Tiene caracter mixto, es decir, mujeres y hombres realizan conjuntamente todas las actividades. La Hermandad de Jesús Divino Obrero organizó ayer la procesión de La Soledad que tiene su continuidad hoy con El Encuentro. La primera de ellas simboliza la amargura por la muerte del hijo y la otra la esperanza. Los pasos que desfilaron ayer fueron Las Tres Marías, realizado por Víctor de los Ríos entre los años 1956 y 1957 y que representa a la Virgen, María Magdalena y María Salomé; Hacia el Padre y El San Juan junto con el conjunto escultórico de La Resurrección.