Diario de León

| Crónica | El sermón del imán de la mezquita de la M-30 el Viernes Santo |

«No hay una raza buena y otra mala»

El imán condena explícitamente la violencia pero sus mensajes sugieren también una responsabilidad previa de quien ha traicionado alianzas de paz

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Gonzalo Bareño - redacción | madrid
León

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Madrid está desierto pero en la mezquita de la M-30 no cabe una persona más. Es viernes, día de oración y viernes santo. Las alacenas que guardan los zapatos no dan abasto y el calzado se desparrama por toda la mezquita. La seguridad es extrema. Se revisan bolsas y mochilas. Para pedir un apatrato de traduccíon simultánea es necesario dejar el carné de identidad. Faltan 20 minutos para que comience la oración y no hay un hueco en el tapiz. Los musulmanes de Madrid no han sufrido apenas ataques desde el 11-M pero no se fían. Están a la defensiva. El simple hecho de llamar a la mezquita para preguntar a qué hora es la oración basta para que el interlocutor conteste: «¿eres periodista verdad?». Moneir Mahmoud Ali El Messerey es el imán de la mezquita. Sabe de qué quieren que les hablen las miles de personas que hoy le escuchan y no pierde el tiempo. Arranca diciendo que la raza árabe no tiene preferencia sobre cualquier otra y tampoco al contrario. «No hay una raza buena y una mala», asegura. Y de inmediato coloca ya algo que suena a protesta. «Un delito es sólo responsabilidad de su autor. No se puede acusar a una religión, ni a un Estado ni a un pueblo por lo que haga un individuo», afirma. Es decir, lo que hayan hecho Serhan Ben Abdelmajid Farjet El Tunecino, o Amer Azizi, presuntos cerebros del 11-M, no es responsabilidad de los musulmanes. El Tunecino y Azizi tienen en común el haber recibido clases de un imán en esta misma mezquita. Pero ambos las abandonaron para abrazar a maestros más radicales. El Messerey habla con una autoridad que impresiona. Sus mensajes son elaborados y complejos. Y precisamente por ello algunos tienen un significado ambiguo. Su condena de la violencia es explícita. Pero se aprecia claramente que sus palabras podrían ser malinterpretadas si alguien quisiera manipularlas para incitar a esa misma violencia. Sus afirmaciones recuerdan en ocasiones a las de algu-nos curas vascos al hablar de la violencia de ETA. «La jurisprudencia islámica no permite responder a una traición con otra traición» explica. Es decir, condena los atentados pero da a entender que ha habido una «traición» previa. Y más complejo aún es su siguiente argumento. «Aquel que mata a un no musulman con quien hay un pacto no verá el paraiso», explica. Pero dice también que una alianza de paz queda anulada «cuando alguien incumple lo pactado». Aún así, no está permitido «traicionar a quien te ha traicionado», sino que debe denunciarse la ruptura del pacto. Este concepto del pacto parece clave. Y así asegura que «un visado de entrada en un país no musulmán es un pacto de seguridad» que no debe romperse en ningún sentido. El auditorio, en el que hay personas de todas las razas compuesto exclusivamente por varones escucha con total concentración. El iman ha incluido una alusión directa al 11-M. «Hay mucha mano negra en todo esto», dice en un momento determinado y explica que hay personas que utilizan las enseñanzas islámicas para arrastrar a los jóvenes a sus fines. Tras una hora, el sermón concluye. El mensaje está claro, pero cada uno lo utilizará en su beneficio.

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