Una campaña silenciada y pillada por sorpresa en las elecciones

Desde el pasado día 15 cualquier contribuyente puede confirmar a la Agencia Tributaria su acuerdo desacuerdo sobre el borrador de declaración de la renta que le ha sido remitido a casa o, en su paso, pedir que se lo hagan, si no le ha llegado por correo. Eso supone, de hecho, adelantar en dos semanas las fechas tradicionales de declaración del IRPF, un impuesto que comenzaba a recaudarse a primeros de mayo y cuyo plazo finalizaba a finales de junio con largas colas en las ventanillas de bancos y Hacienda. Una innovación de estas características ha pillado por sorpresa a los propios funcionarios, que esperaban una campaña publicitaria en toda regla para vender las mejoras que el nuevo sistema supone al contribuyente, especialmente a los más modestos, que antes tenían que peregrinar de gestoría en gestoría para cuadrar sus números en los impresos oficiales, pagando una media de cuarenta a cincuenta euros por declaración, eso en los casos más sencillos. Los últimos resultados electorales, con los correspondientes cambios en el Ministerio de Hacienda, han paralizado todo tipo de campañas publicitarias, de manera que la reforma ha echado a andar sin necesidad de muletas o cobertura política: los funcionarios se limitan a ejecutar un programa, según lo previsto anteriormente, sin que lo presente nadie de cara a la galería. Los técnicos de la Agencia Tributaria señalan, en este sentido, que, al margen de los controles informáticos que sobre la población suponen los actuales borradores del IRPF, está claro que también representan un servicio a los constiruyentes más modestos y, en particular, a los que dependen exclusivamente de un sueldo o una pensión y que verán facilitadas notablemente sus relaciones con Hacienda, entre otras cosas porque sus posibilidades de defraudar o escapar a su control son practicamente nulas.