Diario de León

Se mantiene la construcción de un muro de contención sobre el talud al tratarse del límite norte del antiguo cenobio

San Miguel de Escalada saca a la luz estructuras del monasterio mozárabe

La excavación arroja datos sobre las dependencias de los monjes, hasta ahora desconocidas

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Ana Gaitero - san miguel de escalada
León

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El legado de los monjes que entre los siglos VI y VII se establecieron en la ribera del Esla, no lejos de la de la ciudad astur romana de Lancia, es una iglesia mozárabe-románica considerada una joya monumental, aunque maltratada a fuerza de olvido. Del monasterio, el recinto donde habitaron, quedan las fuentes documentales, la memoria de los abades, otra joya -el Beato de Escalada, en Nueva York- y las leyendas que aún corren por las memorias de los pocos vecinos que pueblan los contornos. A partir de ahora, los visitantes podrán darse cuenta más fácilmente de que lo que tienen ante sí no es el edificio monacal -aunque la portada sur podría ser continuación del claustro monacal- sino lo que es: el templo donde oraban maitines, vísperas y completas y en cuyo subsuelo eran enterrados para pasar a la vida eterna. Las excavaciones arqueológicas en el entorno de la iglesia mozárabe-románica de San Miguel de Escalada han sacado a la luz restos del hábitat del antiguo monasterio, de cuyas edificaciones apenas se tenían datos hasta ahora, ya que tan sólo el templo sobrevivió a su destrucción tras ser abandonado. El cenobio fue de fundación muy temprana (s. VI). Monjes romano-visigóticos eligen este lugar de la ribera del Esla para levantar un sencillo monasterio dedicado a la aparición de San Miguel, al mismo tiempo que otra comunidad hace lo propio en lo que hoy se conoce como Santiago de Peñalba, en el Bierzo. La vida del primer monasterio de San Miguel fue muy corta. En el siglo VIII los monjes deciden huir hacia las montañas ante el avance de los musulmanes. Antes de concluir esta centuria, se instalarían aquí los frailes capitaneados por el abad Alfonso que huían de la Córdoba islámica. Pero la gran reforma y ampliación de San Miguel de Escalada se sabe que ocurre a principios del siglo X. Según una inscripción epigráfica fue inaugurado por el obispo Genadio en 911-912. En los siglos XI y XII asistiría a nuevas obras y a la llegada de otras órdenes religiosas: primero los monjes de San Isidoro de Sevilla y luego los regulares de Avignon, de la orden agustina de San Rufe, que lo habitan hasta principios del siglo XVII. Su marcha deja el cenobio en manos de los benedictinos de Sahagún y la comunidad se traslada pronto a Trianos. San Miguel fue abandonado antes de que llegaran las desamortizaciones del siglo XIX. Las estructuras aparecidas en la zona norte están en conexión con la iglesia mozárabe y se cree que son el cierre septentrional del recinto monacal. Se trata de restos de un muro de piedra y piezas interiores que conectaban con la iglesia, pero cuya continuidad está interrumpida por una intervención que se realizó en los años 80 sin excavación arqueológica. Al otro lado del muro se observa el cauce de un canal de agua y un hoyo medieval usado como vertedero en lo que debió ser un patio exterior. El material encontrado es de época bajo medieval-moderna (s. XIV a XVI). Al noreste aparecieron cinco tumbas talladas en roca natural, al igual que los sarcófagos que se muestran en la portada de la iglesia mozárabe procedentes de la excavación de su interior que dirigieron entre 1984-87 los arqueólogos Luis Caballero y Hortensia Larrén durante las obras de restauración de esta zona. Los restos se corresponden con distintas épocas de ocupación del cenobio, aunque algunas podrían pertenecer al original mozárabe porque los refuerzos de sillares son idénticos a los del muro norte de la iglesia mozárabe, según indica el arqueólogo Felipe San Román. El muro forma parte de la tercera fase de la excavación que se realiza en San Miguel; la primera se llevó a cabo en el interior de la iglesia románica entre junio y agosto de 2002, con la exhumación de tres osarios pertenecientes a los 600 largos años de enterramientos en el monasterio, prohibidos en 1803. Pero no se encontraron los resultados esperados. El intenso uso cementerial se cree que es la causa de la pérdida de la continuidad de los rastros de la época tardoromana y altomedieval que aparecieron en el edificio mozárabe en la intervención de los años 80. Un cambio de traza En la cabecera de la iglesia románica. Al exterior, se encontraron enterramientos de población infantil. La excavación aportó también «datos de interés» en relación con la construcción del edificio románico, en concreto, el hecho de que inicialmente se traza con planta semicircular. Por motivos que se desconocen, el planteamiento inicial es abandonado y se opta por el trazado rectangular, manteniendo una sola nave, al contrario de la mayoría de las iglesias románicas que cuentan con tres naves. Entre octubre y diciembre del 2002 realizan tres catas en el talud de la zona norte de la iglesia mozárabe, que se decidieron ampliar ante la obtención de indicios sobre la existencia de restos de las edificaciones ahora sacadas a la luz. Los hallazgos son otro de los motivos que hacen cambiar el proyecto inicial. Contemplaba la construcción de un muro de contención de cemento rodeando la iglesia por el norte, el este y el oeste y habilitar en un espacio subterráneo desde esta última zona el área de recepción de los visitantes al monumento. Se mantiene el muro para asegurar el talud de la colina, retirado por encima de los hallazgos arqueológicos del antiguo cenobio, pero se descarta practicar las dependencias subterráneas. La caseta de ladrillo que está levantada a los pies de la portada mozárabe permanecerá en el mismo sitio mientras no se decidan nuevas intervenciones en San Miguel de Escalada. La finalidad de la excavación no sólo es documentar los restos, sino también conservarlos. La exhumación de los cimientos del antiguo edificio monacal tendrán que completarse en sucesivas obras arqueológicas. «Esperamos que el director general de Patrimonio, que visitó la obra el 11 de marzo, cumpla el compromiso verbal de seguir con nuevas intervenciones en San Miguel de Escalada», afirmó el presidente de Promonumenta. Según Agustín Suárez, la restauración actual «es incompleta, pero más vale esto que nada», especialmente tras conseguir que la Junta asumiera la reparación de la cubierta del templo mozárabe. «En la Junta pasaron de decir que la cubierta estaba en buenas condiciones a presupuestar su reparación, lo cual quiere decir que para conseguir algo muchas veces hay que protestar», recalcó. Promonumenta denunció que, previamente a las catas, se retiraron tierras del talud nororiental con una pala mecánica, operación en la que se arrastraron algunos restos humanos del cementerio. El arqueólogo que dirige la excavación, Felipe San Román, aseguró que los huesos están debidamente almacenados en bolsas -«se han utilizado bolsas de basura porque son más prácticas para guardar provisionalmente los restos»- a la espera de que la Junta tome una decisión sobre su destino. Durante la excavación en la iglesia románica se encontraron tres osarios de inhumaciones de más de 600 años. La obra de San Miguel de Escalada (o de la Escalada, en los documentos oficiales), que la Junta incluyó entre su paquete de actuaciones con motivo del año Jacobeo a pesar de estar adjudicada desde el 2001, ha impedido en la primera mitad del año santo a los peregrinos que se desvían en la ruta jacobea los 17 kilómetros que la separan de este templo contemplar la belleza interior y también la externa de una de las muestras más genuinas del arte mozárabe español, declarado monumento en 1886. No hay fecha para su reapertura. Entre los andamios se contempla el triste desenlace de la ventana geminada que mira al poniente: una grieta ha rasgado la piedra única en la que los artistas mozárabes tallaron los dos arcos apoyados sobre una pequeña columna con capitel, siguiendo el mismo estilo califal que el pórtico y la nave de la iglesia mozárabe.

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