Diario de León

El líder de la célula estaba fichado en una base de datos como sospechoso de terrorismo

La policía encontró huellas de Zougam la misma tarde del 11-M Los cinco primeros sospechosos fueron detenidos en hora y media

En la furgoneta abandonada aparecieron también las marcas de Chaoui y Bakali

Uno de los detenidos sale con dos agentes del locutorio de Zougam

Uno de los detenidos sale con dos agentes del locutorio de Zougam

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Melchor Sáiz-Pardo - madrid m.s.p. | madrid
León

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No habían pasado 24 horas de los atentados de Atocha, El Pozo y Santa Eugenia y las huellas dactilares ya comenzaban a apuntar a que la masacre podía ser obra de terroristas islámicos, aunque aún había dudas y puntos por confirmar. Según han desvelado fuentes de la lucha antiterrorista, la policía científica encontró las improntas de Jamal Zougam durante el riguroso examen al que fue sometido el 11-M por la tarde-noche la furgoneta que los terroristas abandonaron en la estación de Alcalá de Henares. La identidad de Zougam no tardó en salir a la luz, ya que el marroquí estaba «reseñado» en los bancos de datos criminalísticos por sus relaciones con varios de los implicados en la investigación de la Audiencia Nacional sobre la célula española del 11-S. No obstante, los agentes no quisieron precipitarse y prefirieron comprobar que las huellas del sospechoso no habían llegado «accidentalmente» a la camioneta. Explosivos a las 14.15 horas El vehículo, en el que ya se había encontrado una bolsa con detonadores y un pedazo de «goma dos» durante la primera y apresurada inspección ocular, fue trasladado a las 14.15 horas desde la estación de la ciudad complutense hasta la sede de la Comisaría General de Información de Canillas, en la capital madrileña, a donde llegó a las 15.30 horas de ese mismo día. Los técnicos de la policía comenzaron en ese mismo momento de manera simultánea la búsqueda de huellas y de otros indicios. El análisis lofoscópico se alargó durante varias horas, ya que en la furgoneta robada, propiedad de un carpintero del barrio de Tetuán, apareció un gran número de huellas de familiares del ebanista, empleados y distribuidores. Sin embargo, el SAID-21, el Sistema Automático de Identificación Dactilar, comenzó a despejar dudas esa misma noche. Mandos de la investigación desvelaron este sábado que en esa base de datos -en la que están registradas las huellas de un millón de sospechosos con antecedentes y en la que también se incluyen miles de improntas sin nombre encontradas en escenas de crímenes- estaba reseñado Jamal Zougam. La Unidad Central de Información Exterior (UCIE) introdujo hace años la identidad del magrebí en el SAID, al aparecer su nombre relacionado en reiteradas ocasiones con las investigaciones dirigidas por el juez Baltasar Garzón sobre la trama española de apoyo a los atentados del 11-S y sobre la célula española de Al Qaeda dirigida por Imad Eddin Barakat Yarkas, Abu Dahdah , que fue desarticulada en noviembre de 2001. Además, en julio de 2001, la casa materna de Zougam había sido registrada por petición de una comisión rogatoria de la justicia francesa que también investigaba la vinculación del marroquí ahora detenido con grupos radicales en el país galo. Chaoui y Bakali Más tiempo tardaron los funcionarios de la policía científica en saber que entre las huellas encontradas en la furgoneta también estaban las del hermano de Zougam, Mohamed Chaoui Achab, y las del empleado del locutorio, Mohamed Bakali Butalika. Ni Chaoui ni Bakali estaban reseñados, por lo que tuvieron que ser buscados ex profeso en la base dactilar general . El 12-M el nombre de Zougam ya era conocido, pero los agentes necesitaron una confirmación de que las huellas del radical marroquí estaban en la camioneta porque era uno de los autores materiales de la masacre y no porque hubiera tenido alguna relación laboral con el ebanista. El dueño de la furgoneta fue interrogado la tarde del 12-M y dijo no conocer al marroquí. Paralelamente, los servicios de Información habían avanzado en la otra gran línea de investigación: el teléfono móvil recuperado la madrugada de ese viernes en la decimotercera mochila-bomba. El sábado 13-M por la mañana la compañía 'Amena' comunicó a la Policía que la tarjeta prepago del móvil pertenecía a una partida comprada por 'Sindhu Enterprise', el comercio de Alcorcón regentado por el paquistaní Shringi Kantesh y el indio Purmina Kantesh. A las 15:00 horas del sábado, la policía se desplazó a Alcorcón y se llevó a dependencias policiales a los extranjeros para interrogarles sobre la venta de los móviles y mostrarles un álbum de fotografías con posibles sospechosos. En ese álbum, mezclados con los rostros de otros posibles terroristas, la Policía ya había incluido intencionadamente las fotos de los tres marroquíes cuyas huellas habían aparecido en la furgoneta: Zougam, Chaoui y Bakali. Las diligencias policiales desvelan que el indio y el paquistaní reconocieron sin género de dudas a Jamal como el dueño del locutorio de Lavapiés, a Mohamed Bakali como el compañero de Zougam en ese locutorio y a Chaoui como ex trabajador de ese mismo negocio. Era la confirmación que los mandos policiales esperaban desde la aparición de las huellas digitales de los marroquíes en la furgoneta. A las 15:20 horas del 13-M se ordenó la captura de los tres sospechosos, sólo 20 minutos después de comenzar los interrogatorios del indio y el paquistaní y antes de que éstos pudieran comprobar a quién les vendieron las tarjetas de prepago sus empleados. La pista de las huellas ya había dado su fruto: a las 16:20 horas del 13-M los efectivos policiales detuvieron a Mohamed Chaoui. Diez minutos después fueron arrestados Bakali y Zougam.

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