Diario de León

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Zapatero ordena silencio

Los deslices verbales de algunos ministros han obligado a poner orden en el recién estrenado Gobierno, mientras la sombra del 11-M sigue planeando en la política nacional

Rodrigo Rato se va al FMI en buena sintonía con los socialistas

Rodrigo Rato se va al FMI en buena sintonía con los socialistas

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Manuel Campo Vidal - madrid
León

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Zapatero no perdió la sonrisa estática que le adorna pero sus dos vicepresidentes llamaron severamente al orden en el Consejo de Ministros. Solbes fue tajante: «No se hará en adelante ningún anuncio económico sin consultar con esta Vicepresidencia». La titular de Cultura, Carmen Calvo, difusora de la bienaventuranza de un IVA reducido para los productos culturales, quería evaporarse. Acto seguido la vicepresidenta Teresa Fernández de la Vega, con cara de pocos amigos, impuso en la misma reunión el principio de que los anuncios políticos se hacen primero en las Cortes y después en la prensa. Al titular de Interior, José Antonio Alonso, no le salvó de las miradas ni su condición de compañero de pupitre del presidente. Había que poner orden. Fue una salida demasiado en estampida. Curiosamente, de quienes se esperaba más incontinencia verbal han destacado por su prudencia y su eficacia, léase, sobretodo, Caldera. Con una humildad que no se le suponía, el hombre que patinó en el debate del Prestige y acaso propulsó con ello a Rajoy a la condición de sucesor de Aznar, viajó desde una vicepresidencia virtual que muchos medios daban por segura hasta la difícil cartera de Trabajo y Asuntos Sociales. Si sigue así, Ernesto S. Pombo deberá revisar su magistral artículo preelectoral titulado sencillamente así: «!Jesús! Caldera». Lo visto hasta ahora más bien sugeriría el título de «¡Jesús, Alonso!». «!Qué listo es Zapatero -comenta a Diario de León, Rafael Delgado, alias Fali , que fue subsecretario de la Vicepresidencia con Alfonso Guerra-. Sólo hay que fijarse como recoloca las piezas: a quien le disputaba la secretaria general, Bono, lo coloca de ministro a sus órdenes. A su antecesor, Almunia, lo envía a Bruselas y al que quería ser el sucesor de Almunia, Borrell, lo manda a Estrasburgo!». Cabría añadir que al que podría ser un excelente contrincante suyo, el ex vicepresidente popular Rodrigo Rato, lo apoya para que se marche a Washington como director del Fondo Monetario Internacional. Esa noticia, no por esperada menos importante, saca de la carrera del liderazgo popular al hombre con más posibilidades objetivas de ocupar el puesto de Mariano Rajoy, antes y después, si fuera necesario. Se marcha feliz, en buena sintonía con el Gobierno socialista -Diario de León ha sabido que le pidió algunos colaboradores prestados para el primer viaje al ministro Montilla- y tan sólo criticado por algunos columnistas de derechas por salir inmaculado de la debacle popular. Rato no escribió pero sí promovió un artículo en Abc firmado por Fernández Norniella en el que se criticaba la posición del Gobierno español ante la guerra de Irak. Quienes hilan fino supieron aquel día que Rato, si tenía alguna posibilidad de ser nombrado sucesor, la acababa de perder porque José María Aznar no se lo iba a perdonar. Aznaristas y marianistas Desaparecido Rato, Mariano Rajoy tiene aún que torear con el dúo Acebes-Zaplana que parecen interpretar una partitura aznariana y no marianista cada vez que intervienen en público. Son dos escuelas, dos estilos tan distintos, que sugieren dos estrategias completamente divergentes. Aún así, comparecieron todos juntos y en unión para pedir una comisión de investigación sobre el 11-M. La habrá porque el resto de grupos la acepta, pero no se sabe que puede ganar con ello el PP. Insisten en que sólo dijeron la verdad al pensar que la banda terrorista ETA estaba detrás de la masacre, pero cada día aparecen más pruebas de que se seguía la pista islámica desde el primer momento. Para que encajen esas piezas ya se empieza a sugerir que el Gobierno de Aznar en realidad estaba siendo engañado por la policía. Cuesta creerlo. La historia más fantástica la ha escrito El Mundo en primera página al desvelar que uno de los confidentes marroquíes, después detenido por el 11-M, estaba «controlado por un hombre de Rafael Vera». En Madrid ya circulan chistes sobre esa información: «!Ya veréis como en un par de semanas la culpa del 11-M la tienen Felipe González y Polanco!». Parece cierto que hubo una inducción al error en la cadena de mando de la policía al informar de que el explosivo era Titadine, el empleado por ETA. Y acaso ese error influyó en las comparecencias del entonces ministro del Interior, Ángel Acebes. Pero una cosa es aceptar esa posibilidad y otra muy distinta, como insinúa Zaplana, que el PSOE tenía en aquellas horas críticas más y mejor información de la policía que el mismísimo Gobierno. Un Fórum con revuelo Entretanto, en Barcelona ha comenzado el Fórum de las Culturas 2004, que si no existiera habría que inventarlo, especialmente después del 11-S y el 11-M. El acontecimiento se ha inaugurado con la presencia de los Reyes en Barcelona en me-dio de una tormenta política por la filtración de un informe de autoría desconocida en la que se califican burdamente las veleidades políticas de los medios de comunicación. Y sobre todo se revela que, gracias a Pujol, La Vanguardia tiene 16.000 mil suscripciones diarias de la Generalitat, El Periódico , 125 y El País , cero. De nuevo, el incidente procede de un área controlada por Esquerra Republicana, por lo que la relación entre Carod Rovira y Maragall sigue siendo fría. La semana pasada hubo que organizar una comida en el Parlamento para poder difundir una foto en la que ambos po-íticos parecían conversar sin tensión. Pero era normalidad artificial, casi con premeditación y alevosía, para que el tripartito no parezca la suma de tres bloques, sin más.

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