Las vacaciones de agosto y el Camino de Santiago acaparan un tercio del negocio
El negocio de los establecimientos hoteleros en León tiene un calendario que se repite cada año con enormes altibajos. Entre octubre y marzo los índices de ocupación son mínimos -el 22% el pasado febrero- en tanto que comienzan a despuntar con la Semana Santa hasta situarse en torno al lleno total en agosto, «pero no en julio ni en septiembre, que bajan bastante por razones simplemente de climatología», según la patronal del sector. De acuerdo con las mismas fuentes, un 38% del negocio se genera en las vacaciones del verano o se prolonga ligeramente antes y después de julio y agosto por las promociones del Camino de Santiago. Los puentes festivos y fines de semana ocupan otro 20% de la facturación de los hoteles y, a pesar de su reciente promoción, la Semana Santa supone apenas otro 2%. Los hoteleros quieren apostar por una clientela fija y ajena al turismo de temporada, cuyo retrato robot responde al del típico ejecutivo o empleado medio-alto de empresas, con estancias medias que casi siempre triplican o multiplican por más las breves pernoctaciones del turismo de paso. Este tipo de clientela suma la el 35% de la facturación de los hoteles leoneses y es la que permite mantenerlos abiertos durante los meses de temporada baja. Precios congelados Según el portavoz de los empresarios hoteleros afiliados a la patronal leonesa Fele, Jaime Quindós, esta evolución anual del índice de ocupaciones se repite año tras año sin más variación que «el reparto de la tarta cada vez que se abre un nuevo establecimiento». Se añade que los precios están congelados «desde hace tres años», tanto por la presión de los grandes operadores y agencias de viajes como por la propia debilidad de la demanda frente a una oferta cada vez más desmesurada. «Los talones y las tarifas de las agencias son prácticamente inamovibles, salvo a la baja, porque no queda más remedio que competir con lo que sea: una cadena pone un hotel al lado del tuyo para aprovechar determinadas sinergias y no perder mercado aunque los beneficios sean nulos porque los compensan en otras cuentas, y nosotros no tenemos más remedio que bajar y ponernos a su nivel». Los índices medios de ocupación hotelera en León se sitúan muy por debajo de los de las zonas turísticas clásicas, en el arco mediterraneo, con un 75% de negocio anual sobre capacidad de plazas, que en el caso de grandes ciudades, como Madrid, se rebaja hasta el 60%, siempre dentro de parámetros muy rentables, al margen de la presión de los precios a la baja. En el caso leonés el gremio de hoteles sólo confía en no bajar del 45% de media anual para no echar el cierre.