Toda la noche frente a La Almudena

Un grupo de personas, residentes en Madrid y también venidas de otras ciudades españolas, guarda sitio frente a la Catedral de La Almudena desde primera hora de la tarde de ayer para hoy poder ver de cerca la llegada del Príncipe de Asturias y Letizia Ortiz cuando accedan al templo para contraer matrimonio a las once la mañana, así como a los invitados al enlace. La intensa lluvia que empezó a caer sobre la ciudad desde las seis de la tarde no desanimó a estos ciudadanos que, apertrechados con sillas, paraguas, chubasqueros y sacos de dormir, están decididos a defender su puesto toda la noche «aunque caigan chuzos de punta», como aseguró Nerea, que desde las cuatro de la tarde ocupa un sitio frente al templo. Esta joven madrileña, que piensa hacer más llevadera la espera con agua, galletas, gominolas y café, y que va equipada incluso con prismáticos, está convencida de que el sacrificio valdrá la pena. «Llevo esperando este momento -dijo- desde la primera novia que se le adjudicó al Príncipe». Junto a Nerea, otro joven madrileño llamado Andrés dice guardar sitio desde la una de la tarde, aunque su intención es situarse mejor cuando a las siete de la madrugada abran el Patio de la Armería del Palacio Real, por donde pasarán los invitados de la boda para asistir al banquete al término de la ceremonia en la Catedral. Muy cerca de este grupo aguardaban también con paciencia Federico y Quintina, un matrimonio de Vallecas equipado con sillas al que relevarán dentro de unas horas su hijo y su nuera. Más llamativo aún es el caso de Manuela, una barcelonesa dispuesta a aguantar toda la noche «aunque sea con paraguas». «Es que si no yo esto no lo voy a ver en la vida», comentó emocionada a Europa Press. Otras personas como Isabel, residente en el barrio de Valdebernardo, el mismo de Letizia Ortiz antes de comprometerse con el Príncipe, no se plantea pasar esta noche frente a la Catedral, aunque sí quiere llegar a la zona para coger un buen sitio «en cuanto abran el metro», manifestó mientras se lamentaba de que el mal tiempo pueda deslucir el acontecimiento. La lluvia no impidió tampoco que centenares de personas siguieran acercándose, movidas por la curiosidad, a pasear por la Plaza de Oriente y asomarse lo más cerca posible a la Catedral y al Palacio Real.