Bono desvela que la guerra de Irak le ha costado a España 369 millones de euros

José Bono reveló en el Congreso de los Diputados la astronómica factura que ha debido pagar la Hacienda Pública por la implicación en la contienda bélica decidida por José María Aznar. El ministro, que anunció también que todos los miembros del CNI ya han abandonado la zona con el resto del contingente, no tuvo reparos en desglosar el coste del despliegue y en hacer balance entre los astronómicos gastos y escasos beneficios económicos que para España ha reportado la participación en la ocupación del país árabe. En el debe de esa factura -equivalente al 5,6% del presupuesto total de Defensa para el 2004- Bono situó los gastos de la operación militar: 262 millones de euros -el 71% del desembolso total- corresponden al coste de enviar a Irak la Brigada Plus Ultra I y II y la Unidad de Repliegue Conapre, amén de mantener en la región al contingente durante nueve meses. A esta cifra hay que sumar los 83 millones de euros entregados a la Conferencia de Donantes para la reconstrucción de Irak y los 24 millones de que costó organizar esta cumbre en Madrid en octubre del año pasado, más otras ayudas extraordinarias. Lo que se obtuvo a cambio El haber de esta cuenta, según José Bono, es mucho más exiguo: dos empresas españolas, Repsol YPF y Cepsa, han logrado tras el conflicto los derechos para comprar 15 millones de barriles de crudo a precio de mercado. Otra compañía, Soluziona (filial de servicios de Unión Fenosa), junto a otra empresa norteamericana, ha obtenido un contrato de 20 millones de dólares (ampliable a 1.500 millones de dólares) para la reparación de centrales energéticas en el devastado país. Y nada más. Un balance poco positivo para los intereses de España que no parece alentar al Gobierno a participar en otras misiones internacionales lideradas por EE.UU. Por lo pronto, Bono, en su primera comparecencia en el Parlamento, desveló que el Ejecutivo no tiene intención alguna de incrementar su implicación en la Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad de Afganistán (Isaf), en la que España participa desde enero del 2002 con 125 militares sobre el terreno y cerca de 275 en labores de apoyo a este operativo bajo el paraguas de la UE, la Otan y la ONU. Las palabras del ministro contrastan con las declaraciones de Zapatero, que el pasado 6 de mayo (durante una rueda de prensa en Madrid con el primer ministro belga, Guy Verhofstadt) aseguró que cabía la «posibilidad de refuerzo» del contingente en Afganistán, una vez que los 1.300 soldados desplegados en Irak hubieran vuelto a casa. Bono quiso dejar claro que la negativa a enviar más efectivos a esta misión no esta reñida con la decisión de mantener el peso español en el Cuartel General del Euro-cuerpo, que precisamente tomará el mando de la Isaf en agosto. El ministro, que destacó «el buen trabajo que nuestras tropas están desarrollando con la población afgana», garantizó que antes de tomar cualquier decisión sobre el envío de tropas será «escuchada» previamente en el Congreso.