«La pregunta del millón es saber dónde se pueden tirar los escombros»
Las empresas constructoras que trabajan en el sector de la vivienda y obras públicas carecen desde hace dos años de un vertedero donde depositar los escombros procedentes de derribos o excavaciones. Los técnicos municipales dicen que el problema no les incumbre, porque no tienen ninguno abierto, pero, de acuerdo con sus propias estadísticas, unas 400.000 toneladas de este tipo de residuos han tenido que acabar en alguna parte. El último basuredo de León fue clausurado hace casi dos años en Villanueva de las Manzanas y desde hace año y medio se espera que el Ayuntamiento de Santovenia de la Valdoncina dé licencia para enterrar cualquier escombro que llegue en una hoya situada a un kilómetro de la vecina localidad de Villacedré. El expediente sigue trámites burocráticos que hasta ahora no han tenido respuesta. Cada uno como puede Desde la Fele el secretario de la patronal leonesa de construcción, Javier Sanz, reconoce que el caos es casi total y que «cada uno se busca la vida» a la hora de deshacerse de los escombros. «No hay sitio en ninguna parte, porque también cerró el vertedero de San Andrés, así que cada empresa busca un hueco donde puede, negocia con los propietarios del suelo y entierra allí hasta donde se pueda hasta que se llene y buscar otro lugar». «Es cierto que la normativa se incumple», añade Sanz, «pero también que no hay dónde tirar los residuos». Se calcula que la media de viviendas construídas en León capital es de un millar y medio durante los dos últimos años, lo que ha generado cantidades ingentes de residuos en forma de tierra y material de desecho de inmuebles más antiguos derruídos, a su vez, para dejar paso a otros nuevos. Teoricamente para realizar vertidos de este tipo, aunque sean inertes en cuanto a contaminación orgánica, son necesarios una serie de requisitos previos, tanto en fincas públicas como privadas. Además de la correspondiente licencia municipal hace falta realizar ensayos sobre las características del terreno, su permeabilidad respecto a aguas subterráneas y controles del propio material que allí se tira y que nadie inspecciona. «La gente se limita a colocar los escombros en cualquier sitio de los alrededores».