El último atentado mortal, en el que perecieron dos agentes, tuvo lugar en Sangüesa el 30 de mayo del 2003
La presión policial y el 11-M permiten cumplir un año sin asesinatos etarras
La organización armada rechazó en su último comunicado que esté en tregua
El 30 de mayo del 2003 ETA asesinó en la localidad Navarra de Sangüesa a los policías nacionales Bonifacio Martín Hernando, de 56 años y Julián Embid Luna, de 53. Su vehículo se elevó hasta un cuarto piso al estallar la bomba lapa colocada por un terrorista. Fallecieron en el acto. Son las últimas víctimas mortales de la banda. Si no ocurre nada, hoy se cumplirá un año de ese crimen y ETA alcanzará el triste récord de haber pasado un año sin asesinar a nadie. Y no precisamente porque no lo haya intentado. Decimos si no ocurre nada porque Interior sospecha que ETA puede intentar que ese año no llegue a cumplirse. El 30 de mayo parece un día especialmente señalado en el macabro calendario de ETA. Hace ahora 19 años, otro atentado, también en Navarra, segó la vida del policía nacional Francisco Miguel Sánchez y del niño de 13 años Alfredo Aguirre. No hay tregua La falta de atentados mortales no se debe a ninguna tregua de ETA, que en este último año ha buscado sin éxito no sólo el asesinato sino la matanza, especialmente en Madrid. En la Nochebuena del 2003 la banda intentó cometer una masacre en la estación de trenes madrileña de Chamartín. Dos terroristas con maletas bomba fueron detenidos antes de que estas estallaran. Esa acción es la que llevó a todos a atribuir a ETA en un primer momento los atentados del 11-M y al Gobierno del PP hasta varios días después. Desde el 11-M, ETA no sólo no ha atentado sino que apenas ha dado señales de vida. La banda, en su último comunicado, advierte sin embargo de que ni siquiera en Cataluña -donde en marzo decretó una tregua- están a salvo los que considera anemigos muy significativos de Euskal Herria, es decir, todos aquellos que se opongan a su plan de conseguir la independencia total para Euskadi.