La diócesis de León tuvo el año pasado un déficit en sus presupuestos de 200.768 euros por falta de aportaciones
Apenas un tercio de los contribuyentes ceden el 0,52% de su IRPF a la Iglesia
En la autonomía las «equis» de los católicos subieron un 2%, «pero aún es insuficiente»
Conseguir que la mayoría de los católicos, o tan sólo la mitad de ellos, pongan la «equis» a favor de la Iglesia en las declaraciones de la renta (0,52% del IRPF) parece un objetico imposible de alcanzar a corto plazo, según las estadísticas que maneja el Obispado de León, de acuerdo con las cuales sólo un 28% lo hace, otro 29% prefiere dedicar sus impuestos a «fines exclusivamente sociales», un 13% opta salomónicamente por repartir su dinero entre ambas causas y el resto, casi otra tercera parte, deja la casilla en blanco. En la provincia de León cada año se presentan en Hacienda 180.000 declaraciones de la renta. A nivel nacional el porcentaje de contribuyentes que firman a favor de la Iglesia es todavía menor: algo más del 22%, que representan sólo una quinta parte de la población. Según Pedro Puente, delegado para temas económicos de la diócesis de León, las aportaciones fiscales de los católicos a la Iglesia a través de la declaración de la renta han crecido dos puntos durante el último año, situándose actualmente en un 28,21% de la población, frente al 22,46% de la media nacional, en tanto que los que firman la cesión de impuestos exclusivamente para fines sociales lo han hecho sólo en un 0,79%. En términos nacionales, sin embargo, esta proporción se invierte, especialmente en las zonas urbanas y regiones más desarrolladas, con lo que la recaudación final de la Iglesia apenas ha subido hasta 106 millones de euros (unos 18.000 millones de las desaparecidas pesetas) para el conjunto del territorio nacional, descontadas las comunidades autónomas de Esuskadi y Navarra, que cuentan con su propio fuero fiscal y funcionan por libre. Un déficit histórico Según Puente, la Iglesia precisaría apenas un 20% más de aportaciones económicas a través del IRPF de sus fieles para autofinanciarse, pero nadie apuesta por ello a medio plazo. Los acuerdos entre el Estado y la Santa Sede firmados a mediados de los años ochenta por el entonces vicepresidente del Gobierno, Alfonso Guerra, y el ex obispo de León, Fernando Sebastián Aguilar, contaban con que los sucesivos gobiernos compensarían la diferencia de ingresos fiscales hasta el equivalente a 22.000 milllones de las desaparecidas pesetas a precios de hoy (algo más de 130 millones de euros) y todavía ahora la autofinanciación sigue sin llegar. El ejemplo de la diócesis leonesa, aún siendo una de las menos pobladas del país, resulta ilustrativo: con un presupuesto de algo menos de 4,2 millones de euros en el ejercicio fiscal del 2.002 sólo recibió de Hacienda 1,2 millones, mientras que el resto procedía de ingresos financieros de fundaciones propias y apenas un 5% de colectas entre los fieles. En el capítulo de gastos casi 1,9 millones de euros fueron a parar a sueldos de los sacerdotes (ligeramente por encima del salario mínimo) y 1,7 millones más a mantenimiento de las fundaciones religiosas, también deficitarios a pesar de suponer un tercio de los ingresos del obispado. Al final, el último ejercicio se saldó con 200.768 euros en números rojos. Según Pedro Puente, el actual déficit de la diócesis leonesa, en particular, y de todas las españolas, en general, se resolvería con sólo redistribuír las aportaciones de los contribuyentes que ahora se abstienen de ceder sus asignaciones a la Iglesia o a «fines exclusivamente sociales» limitándose a dejarlas en blanco. «Sería algo parecido al modelo italiano, donde la Iglesia no se contrapone a efectos fiscales con nadie, sino que se diferencia netamente o se complementa con otras entidades para compartir la atención a los más necesitados».