Diario de León

«Íbamos por la parejita y mira si nos vino»

Dos matrimonios relatan su radical cambio de vida al pasar de primerizos a familia numerosa

Publicado por
M. Romero - león
León

Creado:

Actualizado:

Sus días y sus noches se han convertido en una auténtica proeza. Menos los ingresos, ahora todo viene por partida doble: los pañales, la comida y hasta los disgustos. Isidoro y Mari Sol, de 36 y 35 años respectivamente, se llevaron el susto de su vida cuando el ginecólogo le anunció a ella durante una consulta rutinaria que iba a tener cuatro niños. «Me quedé blanca», recuerda ahora. Al llegar a casa no sabía cómo planteárselo a Isidoro. Al final le dijo: «¿Cuántos quieres?». «¿Por qué lo dices?», le respondió con la mente puesta en su bisabuelo, que también fue padre de gemelos. «Pues porque vienen cuatro», afirmó Mari Sol. Pasaron dos semanas hasta que se concienciaron y regresaron al ginecólogo, quien les informó que finalmente serían mellizos y no cuatrillizos. «Me puse muy contenta», explica Mari Sol. Tuvieron suerte porque no eran primerizos. Isidoro, de cuatro años, les educó como padres. Y ahora son Antonio y Julia, de un año recién cumplido, los que reciben los réditos, pero sin tantos remilgos como se tomaron con el primero. «Cuando Isidoro lloraba o te reclamaba siempre estabas ahí porque era el primero y no sabías nada de esto, pero ahora van listos. Si lloran por capricho, pues que lloren, porque si les haces demasiado caso te conviertes en su esclavo», manifiesta Isidoro, ya acostumbrado a tensiones y situaciones límite por su cargo como segundo entrenador del Ademar. Él y su mujer trabajan. Por eso han tenido que organizarse muy bien. «Comen juntos, duermen juntos y lo hacen todo juntos. Eso sí, cuatro o cinco veces al día hacemos instrucción en la casa», explica Isidoro refiriéndose a que cada poco tiempo hay que recoger los juguetes de los pequeños. «Nosotros fuimos por la parejita y mira si nos vino», bromea Leopoldo, padre de los mellizos Sergio y Roberto, de dos años y medio de edad. «Si esto nos llega a pillar de primerizos hubiese sido mortal», indica Gelines. Álvaro, de nueve años, es el mayor. Es portero del equipo de fútbol del Huracán y, como en el caso anterior, ha entrenado a sus padres. «Ahora nos vamos relajando, pero ha sido terrible. Roberto -no para de agitar un mono de peluche a la vez que conduce una pala excavadora de juguete- es un terremoto y Sergio un poco menos, pero ambos son muy movidos», dice la madre, quien admite que ha tenido que cambiar radicalmente su forma de vida. «Pronto llegará septiembre, los libros...», se lamenta el padre.

tracking