Desbandada general
DE LAS URNAS. Ha sido, si no me falla la memoria, la cota de participación mas baja de toda la historia de la democracia española. No me extraña. En ocasiones anteriores se había arropado a las europeas con municipales o autonómicas y así se había salvado el tipo. Pero ayer no. Ayer hicimos el europeo que a lo mejor es en lo que tenía razón ese slogan tan torticero del PSOE de «volvemos a Europa», que no sé como se va a volver al sitio de donde se és y donde se está. Casi la mitad de los que fueron a votar tan sólo hace tres meses han decidido que no merecía volver un poco antes del campo, de la playa o ni siquiera salir de casa y acercarse a la urna. Que les interesaba mas que poco, vamos. Y algo de intuición tienen. Porque en realidad lo que se elige aquí no son los gobernantes de Europa, eso siguen siendo los sanedrines de presidentes y representaciones ministeriales de los Estados y los comisarios designados por los diferentes países. El Parlamento por ahora tiene mucho más de consultivo que otra cosa y hasta que los europeos no elijamos un presidente de Europa o un parlamento con verdaderos poderes los eurodiputados tendrán un valor relativo. Excepto en salarios, que ya es conocido que no hay retiro más dorado. En España se pensaba que el morbo de la posible revancha o revalida de los del 14-M iba a animar la jornada, pero si bien ha mantenido el interés por lo apretado del resultado, lo que es por pasión del cuerpo electoral éste de caliente nada. Lo suyo ha sido frigidez. O sea que los ardores han sido mas bien de inasequibles, de hooligans muy partidarios y aguerridos militantes. Y lo cierto es que a los del PP hay que darles la enhorabuena porque eran los que tenían que bailar con la fea. Sin duda el suyo es un buen resultado, sobre todo por donde habían caído y lo que venían anunciando todas las encuestas -hubo una no publicada que los puso a mas de quince puntos- era que la derrota se iba a hacer aún más grande. Y no. Pueden sacar pecho y recuperar moral. Eso viene bien. Pero que no se equivoquen. Los próximos años quien seguirá gobernando desde esa Moncloa que creían tener casi en propiedad será Zapatero. Bueno y sí, también, aunque no viva allí, un tal Maragall. Y un ama o mayordoma con bigote.