Zapatero pasa la reválida

El PSOE y Zapatero tienen motivos para sentirse satisfechos. Fundamentalmente porque revalidan su victoria del 14-M, que el PP y sus medios afines han estado atribuyendo a los atentados del 11-M. Han pasado algo más de tres meses desde entonces, ha habido tiempo para valorar y sopesar las actuaciones de unos y otros, y los socialistas siguen siendo los más votados. Además, han mejorado su resultado porcentual respecto a las pasadas generales. Y con una abstención récord de más del 50%, que tradicionalmente suele perjudicar a la izquierda. Casi cinco millones de votantes socialistas no han acudido a la cita con las urnas, pero aún así los más de seis millones que sí lo han hecho han sido suficientes. A partir de ahora, los populares y sus medios afines tendrán mucho más difícil poner en cuestión la victoria de Zapatero. Más aún porque tanto ellos como el PSOE han planteado estos comicios como una segunda vuelta del 14-M. Sin efectos del desgaste El Gobierno, y especialmente su presidente, se consolidan con este segundo triunfo consecutivo. Es cierto también que no ha habido tiempo suficiente para que el PSOE sintiera los efectos del desgaste, como les ha pasado a otros partidos gobernantes en Europa, sobre todo al SPD de Schröeder y a los laboristas del británico Tony Blair. El talante de Zapatero continúa funcionando y el tirón de la retirada de las tropas españoles de Irak ha sido un factor decisivo para ganar. Hay que recordar que antes de que Aznar apoyara a Bush en su guerra contra Sadam el PP dominaba la política española y nadie pensaba ni remotamente en una victoria socialista. Se ha demostrado que la insistencia de Borrell en mantener el conflicto iraquí en el primer plano de la campaña fue un acierto. La foto de las Azores continúa pesando en los electores. Zapatero pasa la reválida y mantiene intacta su aureola de ganador. Le quedan cuatro años por delante para demostrar que también sabe gobernar.