Las restauraciones de varios conjuntos tradicionales abren las puertas a la declaración de conjuntos etnográficos
Renace la arquitectura cabreiresa
La Junta dedica 90.000 euros a completar la recuperación de Forna y Ambasaguas F
El lamento por la arquitectura popular de la comarca leonesa de La Cabrera empieza a transformarse en esperanza. Los resultados de las primeras intervenciones, mínimas en coste, tiempo y obra, en Forna y Ambasguas, en La Cabrera Baja, y Villar del Monte, en La Cabrera Alta, realzan el valor y la belleza de sus construcciones populares y ya sirven de ejemplo para iniciativas particulares, como la reciente restauración de un horno en Truchas. Muros de piedra, salpicados de esquistos, cuarcitas y cantos rodados; cubiertas de pizarra y corredores de madera de medio centenar de viviendas han recobrado su apariencia externa después de ponerse en práctica los primeros programas de restauración de conjuntos de la arquitectura popular cabreiresa. El éxito del pionero plan de recuperación que el Instituto Leonés de Cultura llevó a cabo en Forna (Encinedo) hizo que la Dirección General de Patrimonio de la Junta pusiera la vista por primera vez en «esta interesantísima arquitectura popular a punto de desaparecer», explica el arquitecto Javier López Sastre. Los primeros 90.000 euros que Cultura dedica a la arquitectura popular en León ya están invertidos en la ampliación de la restauración del caserío del barrio viejo de Forna y una nueva intervención en Ambasguas, un barrio de Quintanilla de Losada. La obra ha rescatado áreas degradadas, pero que constituyen un conjunto de arquitectura popular vivo ejemplo del ambiente tradicional que un día existió. La intervención ha eliminado las «transformaciones desafortunadas» que se habían realizado en los últimos veinte años y se desarrolla en áreas con una variada tipología de construcciones características de La Cabrera. Los elementos más destacados son los hornos y corredores, las escaleras exteriores de piedra y las chimeneas. «En La Cabrera existen multitud de zonas que cumplen estas condiciones y que deben ser recuperadas con urgencia», alerta el arquitecto, que añade que en algunos casos podrían recuperarse pueblos enteros. Villar del Monte o Iruela, en La Cabrera Baja y Saceda o Forna, en la Cabrera Alta «merecerían ser declarados Bien de Interés Cultural» -asegura la etnológa Concha Casado- pero su humildad y sencillez constructivas los han alejado de esta consideración oficial. Con las restauraciones realizadas se presenta una «excelente oportunidad» para declarar en La Cabrera algún conjunto etnográfico representativo de la comarca, tal y como permite la actual Ley de Patrimonio de Castilla y León. «Las primeras que tienen que interesarse son las administraciones locales. Si no se involucran no hay nada que hacer», precisa López Sastre. Saceda, olvidado Forna y Villar del Monte, por sus características, son los mejor situados geográficamente y figuran entre los pueblos que conservan aún conjuntos coherentes. Pero «si hubiera más fondos» también podrían incluirse pueblos tan singulares como Saceda que se encarama a una ladera sobre el curso medio del río Cabrera. Pertenene al municipio de Castrillo de Cabrera, el único que no ha recibido ayudas para la arquitectura tradicional. Los vecinos restauraron el molino hace algunos años. Se pretende también estimular las ayudas a la iniciativa privada para la rehabilitación interior de la viviendas, para que la belleza se congratule con la comodidad. Las áreas de rehabilitación interior o ARI son el instrumento previsto en los planes de vivienda para llevar a cabo este tipo de intervenciones sobre conjuntos que, sin gozar de la categoría de bien de interés cultural, se consideran degradados y amenazados. «Estoy convencido de que van a ser los nietos de los actuales propietarios los que se interesen más por la recuperación, porque para ellos aún está unido a la vida pobre que llevaron aquí y que en muchos casos les obligó a emigrar», concluye el arquitecto.