El Papa se reafirma ante Zapatero en sus críticas al programa socialista

El presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, saludó ayer al Papa en su primera visita oficial al Vaticano y usó la mano izquierda. Tenía la derecha vendada porque se ha lesionado jugando al baloncesto con sus hijas, pero sirve igualmente para simbolizar su intención de usar un tono constructivo y la sana diplomacia en sus relaciones con la Santa Sede. «He trasmitido a su Santidad la voluntad del Gobierno de mantener una relación abierta, fluida y de diálogo con el Vaticano y la Conferencia Episcopal española», explicó a la salida del palacio apostólico, acompañado del ministro de Asuntos Exteriores, Miguel Ángel Moratinos. Del otro lado, el pontífice espera que España «conserve los valores morales y culturales, así como sus raíces cristianas». Entendimiento El punto de partida para este entendimiento no es desde luego el mejor posible. Juan Pablo II ya se lo hizo saber el viernes al nuevo embajador español ante la Santa Sede, Jorge Dezcallar, cuando acudió a presentarle sus credenciales: el Vaticano censura abiertamente el programa socialista en lo que respecta a la ampliación del aborto, el matrimonio de homosexuales y las trabas a la enseñanza de la religión. Wojtyla expuso abiertamente sus diferencias el otro día para no tener que hacerlo este lunes en el obligado marco de cortesía de un primer encuentro oficial. De este modo, una vez conocidas las diferencias, pudo imponerse una voluntad mutua de llevarse bien. «Recibiendo a su nuevo embajador he tenido oportunidad de referirme a algunos aspectos de la sociedad española. Reafirmando cuanto he dicho, quiero renovarle mi sincero agradecimiento por esta amable visita», comenzó diciendo el Papa Juan Pablo II, que con esta fórmula reiteró sus críticas sin necesidad de convertirlas en una nueva enumeración. «Su presencia aquí refleja el deseo de proseguir con un buen clima», observó conciliador, hablando siempre en español.