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| Análisis | El lío municipal |

La crisis del «ismo» leonés

La escisión de la UPL, con tres concejales leales a Otero y dos tránsfugas, deja en la cuerda floja al alcalde justo a quince días de la llegada de Zapatero y su prometido Plan del Oeste

León

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La escisión está consumada. La UPL ya no responde a sus siglas o, al menos, a la «u» de unión. Las dos facciones que representan en estos momentos Joaquín Otero, actual secretario general de los leonesistas, y José María Rodríguez de Francisco, fundador del partido y ya ex militante, son antagónicas y, al parecer, irreconciliables. En octubre, De Francisco creará un nuevo partido -de nombre aún desconocido- que contará, según sus cálculos, con más de 5.000 afiliados, procedentes casi todos de la UPL. El «espectro» político -que dicen los expertos- está perfectamente claro en León, donde el leonesismo tenía un hueco -cierto que cada vez más pequeño y en claro declive, a la vista de los resultados de las dos últimas citas electorales- y un decisivo papel de «bisagra». Sin embargo, ser la llave en instituciones como el Ayuntamiento de León tiene un coste político. Ahí está el ejemplo de CiU, que también ha pagado caros sus vaivenes a derecha e izquierda. En el caso de León, UPL ha servido igualmente a los fines del PP que a los del PSOE y eso no siempre gusta a los afiliados y menos aún a los electores. Además, Mario Amilivia primero y Francisco Fernández después son quienes han rentabilizado la gestión municipal y no sus socios leonesistas. Lo que ocurra en los próximos meses en el Ayuntamiento puede ser cuestión de números. Pero Joaquín Otero ha de medir muy bien las consecuencias de cada jugada antes de mover ficha, teniendo en cuenta que De Francisco es un viejo zorro de la política y no se ha ido de la UPL sin medir las consecuencias o, dicho de otro modo, las adhesiones y lealtadades. El nuevo partido leonés puede ser la defunción política del leones-«ismo» en las próximas elecciones municipales. De momento, los tres concejales que siguen fieles a Otero -Javier Chamorro, Alejandro Valderas y Gema Cabezas-, que se apresuraron a repartirse las responsabilidades municipales que dejó vacantes De Francisco tras su dimisión del partido, han anunciado que no van a romper el pacto con el PSOE «de momento». Los dos concejales sin adscripción política -De Francisco y Covadonga Soto- tienen más claro aún que en ningún caso apoyarán al PP. El gran problema lo tiene el alcalde. Con diez concejales, necesita a todos o a cuatro de ellos para seguir en la Alcaldía. En cambio, al PP le bastaría con dos. Covadonga Soto, que ayer abandonaba las filas de UPL siguiendo los pasos de De Francisco, confirmaba la existencia de negociaciones secretas entre dirigentes de su ex partido y Juan Vicente Herrera para dar un giro político en el Ayuntamiento y que Amilivia recuperase el sillón perdido. Soto anunció que la operación es a corto plazo. Chamorro tendría que presentar una moción de censura, aunque De Francisco ha comentado que le falta valor. Tal y como están las cosas, Otero deberá aprovechar el verano para valorar los pros y los contras de seguir apoyando al PSOE, de asociarse con el PP o bien distanciarse de ambos y negociar puntualmente los temas en los que esté de acuerdo con el equipo de gobierno. No debe olvidar el efecto Zapatero. El día 23 el Consejo de Ministros que se celebra en León ratificará el Plan del Oeste y una larga lista de proyectos para León. Puede ocurrir que si el Ayuntamiento cambia de signo político todos estos planes se ralenticen o simplemente se vayan al traste. Y en este punto la UPL tiene un voto decisivo. De Francisco ha mostrado su jugada y sus planes inmediatos. A Otero no le queda otro remedio que ser igual de claro...

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