Presidente de la Asociación de Municipios Mineros
«Los proyectos para resolver los problemas salen con cuentagotas»
«Hay pozos y tajos de hasta 80 metros de hondo, da igual verticales que inclinados, pero si te caes, desde luego es difícil que te encuentren»
Según el alcalde de Igüeña y presidente de la Asociación Regional de Municipios Mineros (Armi), Laudino García, las bocaminas, chimeneas, respiraderos y galerías son un puzzle cuyas piezas ninguna administración pública conoce y, menos aún, logra encajar para que no se generen daños una vez abandonadas las viejas explotaciones, especialmente las de carbón. - ¿Cuántos pozos mineros sin cerrar tiene en su propio municipio y qué se ha hecho con ellos? - Yo les mandé hace ya casi diez años un trabajo fotográfico y con datos totográficos muy señalizados porque ese tipo de explotaciones abandonadas eran, incluso, peligrosas para la gente, cazadores, paseantes, pastores, etcétera, y no ya sólo para los animales que pudieran andar por el monte. Ese informe lo llevé en persona al consejero de Industria de la Junta en valladolid, creo recordar que en 1995. ¿Si había habido algún accidente antes? No, pero si muchas situaciones de riesgo o de casi accidente, además de las quejas por no restaurar el paisaje, que es también otro derecho de la gente. -¿Sucede lo mismo en el resto de los ayuntamientos mineros? -Pasa igual, efectivamente. ¿En qué porcentaje tienen resuelto el problema? Yo diría que en una proporción muy pequeña. La Junta está haciendo proyectos a cuentagotas. La restauración de las minas históricas tenía ya un apartado propio en los planes de reconversión del carbón, pero no se hacen los proyectosy, al final, si no los hay, no se ejecuta nada... Es más, no sólo se hace a cuentagotas, sino que se dejan abandonadas, sin más bocaminas de empresas y empresarios que están en activo y a los que se les podría exigir todavía responsabilidades. -¿Cuáles son los riesgos más graves que plantean las explotaciones mineras abandonadas? -En algunos sitios se han dado problemas en las viviendas, de grietas cuando una galería pasa escesivamente cerca por debato, pero en mi municipio no se ha dado el caso. De cualquier forma las minas cerradas contaminan el paisaje sin nada a cambio y representan un riesgo físico en el monte para cualquiera que pase por allí, ya sean personas o animales. -¿Qué porcentaje de casos se han resuelto desde que se presentaron las primeras reclamaciones? -Vuelvo a insistir que muy pocos. En mi ayuntamiento quizá un 25%, pero cada municipio es un mundo. -¿Es usted optimista o pesimista sobre la restauración a corto plazo de las explotaciones abandonadas? -A corto plazo soy muy pesimista. Había unos estudios que hizo el Instituto Geológico y Minero en León (Igme) con un catálogo de bocaminas, escombreras, balsas, etcétera, y, como muchas otras cosas, debe de estar durmiendo en el cajón de algún despacho. Ese estudio podía ser perfectamente un anteproyecto para empezar a actuar, pero, que yo sepa, no se ha hecho mucho. Hombre, algo sí en plan experimental o pionero como rellenos con tierra vegetal, recuperar una parte del entorno o plantar algunos arbolitos, que de vez en cuando aparecen por ahí. Pero es un programa que habría que acometer seriamente y que no se ha comenzado. Entre los años 1991 y 1999 los ayuntamientos mineros elaboramos una relación puntual y en detalle de este sipo de problemas, que luego remitimos perfectamente elaborada a la Junta. Ahí estará, incluso con fotografías, pero, como el tema no es agradable para ellos, seguimos esperando. Insisto en que se trata tanto de temas medioambientales como de seguridad para la gente que quiera transitar tranquilamente por el campo, y los dos problemas son, en todo caso, importantes como para ser tenidos en cuenta de forma inmediata. -¿Cae alguien por un agujero y qué le puede pasar? Explíqueselo en pocas palabras a los que no son de cuencas mineras... -Hombre, puede pasar que te mates o que, si tienes la suerte de quedar vivo, no te encuentren. Puedes caer por una chimenea y llegar a un sitio de donde no puedas salir y en esas circustancias te puede ocurrir de todo. ¿Cómo cuánto de hondo? Ni se sabe, porque hay tajos de ochenta metros, que pueden ser verticales o inclinados, con otros horizontales en medio, dependiendo de las capas de mineral que se hubieran explotado antes. Caes por ahí abajo y te puede ser imposible encontrar una salida. De hecho hay bocaminas que representan un peligro extremo: cualquier paseante que, por ejemplo, se refugie en ellas en supuestos de lluvia o que entre por simple curiosidad puede quedar dentro o perecer por un simple derrumbe. Ese es el tipo de cosas que pretendemos evitar en cualquier caso.