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| Crónica | La enseñanza de la tierra |

La semilla de los indianos

Fresno de la Vega atribuye a las migraciones del XIX el «parentesco» con California

Dos inmigrantes búlgaros plantan brócoli en una finca de Fresno de la Vega con una máquina

León

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A Emilio Arteaga, un vecino de Fresno que emigró a México a principios del siglo XX, sin duda no le extrañarían las dimensiones de las fincas que ahora descubren sus convecinos en California. Cuenta la leyenda de este indiano, enriquecido al lado de gobernantes mexicanos con el oro negro del petróleo, que su finca era tan grande que se tardaba un día a caballo en recorrerla. Fueron muchos los vecinos de la comarca del Bajo Esla que emigraron a América a finales del XIX y principios en busca de sueños. Algunos, como Arteaga -su apellido recuerda los repobladores cántabros y navarros- lo lograron y otros sacaron billete de vuelta si no murieron en el camino del mal de moda. A este flujo de poblaciones se atribuye, todavía sin sustento científico, el parentesco entre las formas de trabajar la tierra en la vega del Esla y en el extenso valle del río San Joaquín. Fresno de la Vega fue, al menos en los siglos XVI y XVII, Fresno de los Ajos. Así figura en documentos de libros parroquiales escrutados por el padre Albano en los templos de Villaquejida y Valderas. Este carmelita sostiene la insólita teoría de que el cultivo de pimiento en Fresno es anterior a la fecha del segundo viaje de Colón a América, es decir, que se cultivaba a orillas del Esla antes de 1494 a pesar de que tradicionalmente se ha dicho que es un cultivo originario de América. Y para ello se apoya en el sepulcro mausoleo de Doña Leonor Ruiz de Castro Pimentel, que se encuentra en Villalcázar de la Sirga y está datado en el siglo XIII. En la representación, el escultor colocó en sus manos unas figuras que algunos imaginaban corazones pero que, según el carmelita, «pimiento son y bien grandes». Otras pruebas documentales más ortodoxas desvelan con certeza la existencia del pimiento en Fresno en el siglo XVI. Al contabilizar el diezmo de una familia de campesinos, el cura de la villa señala que éste se compone de «puerros, berzas, cebollas, nabos, lechugas, cebollino, pepinos, melones, sandías, calabazas y pimientos». La presa de Rodrigo Abril y San Marcos, que perteneció al convento del mismo nombre en León, también data del siglo XVI y fue clausurada sólo hace unos años para dar paso a los nuevos canales de la margen izquierda del Porma, alimentados en realidad por aguas del Esla, que pondrá al sur de León 20.000 nuevas hectáreas de regadíos. El agua entra hasta los Oteros que hasta hace dos décadas sólo conocían tierras de cereal, legumbre y viñedos, salpicadas de vez en cuando por una noria fértil y verde a la orilla de los pozos. Pero se cree que ya desde los comienzos del medievo, con la llegada de pobladores mozárabes, se implantaron sistemas de regadío por madrices para el cultivo de hortalizas. La iniciativa del hermanamiento con Fresno de California ha partido de un forastero que se ha formado profesionalmente en esta zona de Estados Unidos y recientemente ha adquirido una casa de labranza en Fresno de la Vega para su futuro retiro. Fernando Criado ha sacado de las películas a la realidad el mito de Fresno de California. «En los libros parroquiales de Valderas y Villaquejida del siglo XVI y XVII a Fresno de la Vega se le llama Fresno de los Ajos» PADRE ALBANO, carmelita