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| Historia | El gremino de plateros |

Fuego y metales a la sombra de la catedral

Más de una veintena de orfebres trabajaron en León durante el siglo XV, la mayoría afincados en el barrio de San Martín

Publicado por
J. de Vega - redacción
León

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El arte ancestral de la orfebrería está inevitablemente ligado al casco histórico de la ciudad de León, cuyas calles gremiales albergaron a partir del siglo XV al colectivo de plateros, siempre próximo al cobijo que la catedral ofrecía. A su sombra, el gremio de plateros procuraba un extenso ajuar de joyería al templo. La leonesa María Victoria Herráez Ortega, profesora de Historia del Arte en la Universidad de León, defiende que la importancia de los plateros como grupo social dentro de la ciudad no era demasiado importante durante el siglo XV. Aún no existía la calle Platerías, que es el nombre que recibe en la actualidad el tramo de la calle Paloma Cardiles más próximo a la iglesia de San Martín. Cerca de un total de 23 orfebres trabajaron a lo largo de toda la centuria en la ciudad, agrupados en su mayoría en torno al barrio de San Martín, que es el primer núcleo urbano de León que acogió una actividad artesanal. En 1490, de las veinte casas que pertenecían al cabildo en las actuales calles Cardiles y Platerías, sólo una pertenecía a un platero. Otros tres vivían en la calle del Pan y tres más tenían casa en las inmediaciones de la Plaza de las Tiendas. Según esta profesora, los orfebres leoneses, a pesar de carecer de cofradía y de calle gremial propias, ya tenían conciencia de grupo. Varios se adscribieron a la Compañía de los Bachilleres de los Ciento, actuaban con frecuencia como fiadores y testigos unos de otros e incluso emparentaron a través de relaciones matrimoniales, tutorías o apadrinamientos. La mayoría de los plateros que trabajaban en la ciudad debían ser originarios de León. Algunos, sin embargo, procedían del norte de Europa. El proceso constructivo que tuvo lugar en la catedral de León bajo los maestrazgos de Jusquín, Alfonso Ramos y Juan de Badajoz El Viejo, hizo que muchos de estos artistas fijaran aquí su residencia y su taller. Los mejores representantes de este gremio fueron el orfebre renano Enrique de Arfe (Erkelenz, cerca de Colonia 1475 - León 1545) y, antes que él, Fadrique de Alemania. Un reducido número de artistas judíos, a los que aluden algunos documentos por su credo, se afincaron también en el núcleo de la ciudad. Era un oficio desempeñado exclusivamente por hombres. Tan sólo aparece el nombre de una mujer, Elvira González, que continuó con la labor de su marido muerto, platero de la catedral, para poder seguir disfrutando del salario y la casa que la fábrica de la iglesia les daba a cambio. No existe la seguridad de que estuviera en posesión del oficio, es decir, que fuera oficial de platería. El maestro renano Ciertamente, el principal cliente de estos orfebres era la Iglesia. La Iglesia Mayor requería el trabajo de un platero que labrase piezas nuevas o, al menos, que limpiase y conservase las que ya poseía. Así surgió la figura del platero de la catedral, que desempeñaría entre otros el maestro Enrique de Arfe. Es el autor de la custodia de la catedral leonesa (1501-1508), desaparecida durante la invasión napoleónica y que presumiblemente viajó a Sevilla, donde fue fundida para hacer monedas. Entre sus demás piezas destacan la custodia del monasterio de San Benito de Sahagún y otras dos supervivientes, las de Córdoba y Toledo, «la alhaja más preciosa que la humanidad ha conocido», según el marqués de Lozoya

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