Cerrar

La superficie forestal de la Coordillera Cantábrica está muy por debajo de del porcentaje aconsejado, entre el 20 y el 50%

La Junta revisa el Plan del Oso Pardo para mejorar su hábitat con más bosque

La comunidad financiará los medios para recuperar esta especie con otros 30.000 euros

En la imagen, un ejemplar de oso pardo cantábrico, especie catalogada como en peligro de extincion

Publicado por
Javier de Vega - redacción
León

Creado:

Actualizado:

La Junta de Castilla y León, a través de su consejero de Fomento, ha anunciado que procederá en breve a revisar el Plan de Recuperación del Oso Pardo en la provincia leonesa. Antonio Silván ha detallado además algunos de los pormenores de este proyecto, subvencionado por la Junta con 29.917 euros, que incluye una red de muestreo de material genético de los plantígrados, un modelo de evaluación de la fructificación otoñal, el diseño de los protocolos de seguimiento de la población osera y la redacción de un informe final con recomendaciones de modificación al plan vigente, que será hecho público a mediados de agosto. A tenor de este plan, corresponde a la Consejería de Medio Ambiente y Ordenación del Territorio la concesión de licencias, previo estudio, a todas las actividades que afecten al suelo no urbanizable y que no se encuentren sometidas a evaluación de impacto ambiental. Francisco Purroy, catedrático de Biología de la Universidad de León y columnista de este diario, valora esta revisión del plan vigente como «un seguimiento que permite comprobar si las inversiones en este ámbito están siguiendo los cauces correctos». Puesto que el marcaje de osos por medio de su ADN se aplica desde hace años a las dos poblaciones existentes en León, Purroy confía en que la administración autonómica preste más atención a los «problemas realmente graves que afectan a esta especie». Éstos se concentran principalmente en uno: el cambio del paisaje forestal de la Coordillera Cantábrica. Se trata de controlar mejor algunas acciones ya previstas por el actual Plan de Recuperación y que pueden afectar a la conservación de la especie, tales como los nuevos trazados o modificaciones de pistas forestales y carreteras, las líneas de transporte de energía eléctrica, las instalaciones de esquí, las rutas de todo terreno y actividades turísticas organizadas, la construcción de embalses, las actividades mineras, los canales de riego o los parques eólicos. Demasiado matorral A ojos de Purroy, estos cambios cuentan un agravante adicional, pues «sólo el tres por ciento del territorio de la Cordillera Cantábrica es bosque, mientras que priman el matorral y la pradera». La dependencia forestal del oso es tan manifiesta que la política al respecto es uno de los pasos más importantes para la conservación y mejora del hábitat: su principal objetivo es incrementar la superficie de bosques caducifolios. La cobertura boscosa aconsejada debería oscilar entre el 20 y el 50% del territorio para unas condiciones óptimas de conservación. La subvención anunciada por Silván para llevar a cabo esta revisión asciende a 29.917 euros. Hasta hace dos años, la conservación del oso pardo contaba con ayudas europeas transferidas mediante un Proyecto Life Naturaleza concedido a Castilla y León, aplicado en los Ancares leoneses, y que reportó 861.363 euros a la causa entre 1999 y 2002. El marco general que engloba y orienta todas las iniciativas destinadas a la recuperación de esta especie es la Estrategia para la Conservación del Oso Pardo Cantábrico, que fue aprobada por el Comité de Flora y Fauna Silvestres en el año 1999. Esta estrategia prevé un conjunto de criterios orientadores, y delega en cada Comunidad Autónoma las competencias necesarias para desarrollar los Planes de Recuperación, la verdadera herramienta efectiva. El ejemplo asturiano Los Planes de Recuperación son el eje del entramado legal que debe soportar la conservación del oso pardo cantábrico, y la guía de las acciones que deben ser ejecutadas. La Estrategia, en su conjunto, inspira las revisiones de los actuales Planes, como la que llevará a cabo en breve la Junta. Guillermo Palomero, que participó en la elaboración de la Estrategia en 1999, asesorando a la Dirección General de Conservación de la Naturaleza, y que preside la Fundación Oso Pardo, valora positivamente los cuatro planes aplicados hasta ahora en las cuatro comunidades que acogen poblaciones de estos plantígrados: Asturias, Cantabria, Galicia y Castilla y León. «Hasta el momento, estas comunidades han aplicado y revisado sus planes al unísono. Asturias lo ha revisado hace poco. Ahora le toca a las demás», explica Palomero. El balance, desde su punto de vista, es «bastante positivo». «Sin estos cuatro planes, no hubiesen sido posibles varios avances en materia de conservación. Aún así, a ojos de un conservacionista, siempre quedan cosas por hacer», concluyó. La revisión del plan asturiano tuvo lugar hace dos años. Su texto admite como «evidente» que «tal como estaba expresada la finalidad del primer plan -eliminar el peligro de extinción del oso pardo, favoreciendo el incremento del número de ejemplares y de su área de distribución- era inalcanzable en tan corto lapso de tiempo, aunque se hubiese desarrollado en el mejor de los supuestos posibles». La revisión del plan leonés incluirá valoraciones parecidas, pero se pueden extraer también notas positivas, teniendo en cuenta que estos planes están contribuyendo a frenar la tendencia regresiva en la población occidental y a estabilizar la oriental. De todos modos, la situación de amenaza permanece. El efecto vórtice Vista la situación actual del oso pardo cantábrico, la realidad y el optimismo siguen estando reñidos. Algunos estudios apuntan que una población de osos de entre 30 y 70 individuos se extinguirá, con un 95% de probabilidad, en menos de 100 años según tres factores: la calidad del medio que ocupen, sus características genéticas y la demografía de dicha población. La tendencia de una población pequeña a extinguirse se conoce como efecto vórtice.

Cargando contenidos...