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¿Dónde está Cascos?

El ex dirigente del PP se refugia en el ámbito privado, con frecuentes viajes a La Coruña, y se mantiene al margen de la vida política a pesar de las provocaciones de sus adversarios

Cascos, en la entrega de la cartera de Fomento, su último acto público

Publicado por
Pablo González - redacción
León

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La concesión de la medalla de oro de Galicia a Francisco Álvarez Cascos hace un año encendió un reguero de polémica. Sin embargo, en Villaviciosa (Asturias), están desde hace meses esperando al ex ministro para entregarle un galardón con nombre más altisonante: la medalla imperial. Cascos todavía no ha precisado cuándo pasará a recogerla ni cómo quiere que sea el acto de homenaje. El alcalde de la localidad donde desembarcó el emperador Carlos V, una villa agradecida al político asturiano por estar ahora conectada por autopista, lamenta que el reconocimiento de oro macizo languidezca sin dueño en los poco imperiales cajones del consistorio hasta que Cascos encuentre un hueco en su agenda. ¿Qué pasa con el que fuera hombre de hierro del PP? No deja de ser curioso que Cascos esté tan ocupado ahora que no tiene ninguna responsabilidad conocida, pero parece que su vida privada, con visitas intermitentes a la familia de su novia, María Porto, en A Coruña -la última hace unos días-, ocupa su tiempo y sus prioridades. Aunque su desaparición de la vida pública ha sido fulminante desde el traspaso de poderes en abril a la actual ministra de Fomento, lo que más sorprende es su silencio. Sus antiguos colaboradores lo describen como un asturiano de libro: sentimental e iracundo, impulsivo y al tiempo cerebral, por lo que les cuesta creer que aguante con la boca tapada las duras embestidas que día sí y día no le propina su sucesora, la socialista Magdalena Álvarez. En sus tiempos, ante tales acusaciones, Paco Cascos habría bajado furioso del Sinaí. Algunos le animan a que se defienda, incluso un medio de comunicación le provocó recientemente con un desafiante «que hable». Otros creen que su respuesta a la ministra sólo serviría para despertar del letargo mediático a los paparazzi que le complicaron la vida cuando empezó su relación con María Porto. «Cuando dice que se va es que se va de verdad, no como otros», dice un compañero en referencia velada a José María Aznar. Arte y desplantes Tampoco es que Cascos se esconda. En La Coruña lo vieron hace poco disfrutar de los callos del Gasógeno , llevar a sus hijos a una sala de juegos de la calle Real o pasear por los alrededores de la casa familiar de su novia. En Madrid, se suele dejar caer en actos relacionados con el arte, como en la reciente entrega del premio Velázquez. Curiosamente, la galería Marlborough que dirige María Porto está en una paralela a la calle Génova y el domicilio de su compañera también está cerca de la sede del PP. Pero no se le conocen contactos recientes con la nueva dirección del partido y sí sonados desplantes, como cuando declinó ir a distintos actos de despedida del anterior Gobierno. Cascos ha empezado su nueva vida con borrón y cuenta nueva. Sus alle-gados creen que aceptará una oferta de una empresa de tamaño medio relacionada con su ámbito profesio-nal, la ingeniería de Caminos. Y todo indica que en la arena política sólo aparecerá en boca de terceros. Ayer, el alcalde de A Coruña, Francisco Vázquez, mostraba sin prejuicios su agradecimiento al ministro que dio luz verde al Puerto Exterior. En Asturias, sus compañeros de partido reclaman su regreso a la política activa coincidiendo con la celebración del congreso regional. Un dirigente del PP asturiano advierte: «Cascos es un león dormido. Está aletargado, pero no muerto». En Asturias esperan el rugido.

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