La comisión de investigación no ha podido determinar qué falló el 11-M
La comisión parlamentaria sobre los atentados del 11 de marzo concluyó su etapa de investigación y no pudo determinar qué fallos de prevención y seguridad hubo para impedir la matanza. Ninguno de los mandos de la Policía, la Guardia Civil y el Centro Nacional de Inteligencia ni tampoco los ex responsables del anterior Ejecutivo atinaron a dar una explicación clara y tampoco hicieron el menor atisbo de autocrítica. Se dio la paradoja de que el único que reconoció algún error fue alguien que no compareció, José María Aznar, quien admitió que su Gobierno tuvo «la guardia baja». El 11 de marzo, según confirmaron todos los jefes de las fuerzas de Seguridad, estaba decretado el estado de máxima alerta porque se esperaba «un gran atentado» de ETA antes de las elecciones que se iban a celebrar tres días después ¿Cómo es posible que con todo ese dispositivo preventivo se desatara la tragedia? ¿Por qué nadie detectó unos preparativos en los que participaron, al menos 30 personas? ¿Cómo pasó inadvertida la actuación de un comando de 14 ó 16 terroristas? ¿Por qué nadie se tomó en serio las amenazas de Bin Laden y los antecedentes de los atentados de Casablanca? Éstas, y algunas otras, preguntas se quedaron sin respuestas concluyentes. Una mano negra El PP y los ex ministros atribuyeron los hechos a que hubo «una mano negra» (quizás ETA) o «una X o un señor X», detrás que organizó, inspiró y ordenó a un grupo de delincuentes efectuar la matanza. El PSOE, los nacionalistas e IU sostuvieron que no fue tan simple y que hubo imprevisión cuando el Gobierno del PP debería haber tenido encendidas todas las luces de alarma tras las amenazas de Al Qaida. Mucho cruce de acusaciones, pero nadie, durante un mes de interrogatorios y 38 comparecencias, dio respuestas a qué falló el 11-M. Alertas, las había, pero fueron minusvaloradas. Los servicios de inteligencia tuvieron noticias de un instituto de relaciones internacionales de Noruega que recogió una amenaza concreta del terrorismo islámico, aunque de autor anónimo. El aviso recogido en internet decía que España «es el eslabón débil» de los países con tropas en Irak y susceptible de ser objetivo de «ataques terroríficos» a corto plazo. Muchos otros papeles aportados a la comisión insistían en que las células durmientes podían despertar.