Todos se suben al carro de las reformas estatutarias

La ronda de entrevistas de Zapatero con los 17 presidentes autonómicos se saldó con un denominador común: todas quieren reformar sus estatutos y ninguna acepta ser menos que nadie. Un resultado contrario a los planes del Gobierno socialista que no está dispuesto a reeditar la política del café para todos de la extinta UCD. El Ejecutivo tiene la intención de que las diferencias entre comunidades se plasmen en estatutos distintos que respondan a sus necesidades de autogobierno y no limitarse a «fotocopiar» las reformas. Hace un año, las voces que reclamaban modificaciones estatutarias se limitaban al País Vasco, Cataluña y, en menor medida, Andalucía y Aragón. Con la llegada al Gobierno del socialista de Zapatero la reivindicación se convirtió en un clamor del que no quiso quedarse fuera ningún territorio. Así se lo hicieron saber al jefe del Ejecutivo cada uno de los gobernantes autonómicos que desfilaron por La Moncloa entre el 6 de mayo, el extremeño Juan Carlos Rodríguez Ibarra, y 30 de julio, el andaluz Manuel Chaves. El catálogo de demandas formó un puzzle de difícil encaje. Dos presidentes expresaron de forma gráfica sus aspiraciones. «Quiero lo máximo dentro de la Constitución», dijo el valenciano Francisco Camps; «quiero lo mismo que Cataluña», manifestó el riojano Pedro Sanz. Zapatero constató que nadie está dispuesto a quedar fuera de la mesa de negociación, incluidos los presidentes del PP, partido que hasta las elecciones del 14 de marzo se enrocó en el rechazo a las reformas porque «no eran una prioridad» de los ciudadanos, en palabras de José María Aznar repetidas una y otra vez. Zapatero dio barra libre a sus invitados y escuchó sin apenas adquirir compromisos. Sólo colocó las dos conocidas cortapisas: amplio consenso político y social, y que las modificaciones estatutarias no desborden el marco constitucional. Los presidentes autonómicos, además de exponer sus propuestas de reformas estatutarias, plantearon al jefe del Ejecutivo central una serie de demandas que un miembro del círculo más cercano de Zapatero calificó de «cartas a los Reyes Magos».