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| Crónica política | Análisis de la semana |

La «oligarquía» del PP peligra

El poder que hasta hace poco tenía el Partido Popular con los presidentes de las grandes empresas privadas está a punto de finalizar tras la llegada del PSOE al poder

Francisco González se salva porque el BBVA no tiene grandes accionistas

Publicado por
Manuel Campo Vidal
León

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La expresión «nueva oligarquía», en relación con los presidentes de las grandes empresas privatizadas, la acuñó Felipe González en un artículo en El País poco antes de que Aznar ganara las elecciones del 2000 por mayoría absoluta. Durante la primera legislatura -escribía- el Gobierno Aznar-Rato a base de colocar amigos de confianza al frente de las empresas que iba privatizando ha creado de hecho una «nueva oligarquía» que controla buena parte de la economía española. Ese auténtico sistema de poder, además de servir para el enriquecimiento personal de los nuevos gestores, se usó por el Gobierno para operaciones mediáticas de control directo -caso Telefónica en Antena 3 TV, Onda Cero, etc- y también para el control indirecto de medios vía publicidad. La lista de once corporaciones citadas por Felipe González -Telefónica, Repsol, BBVA, etc- están casi todas entre los veinte primeros inversores publicitarios. El desplazamiento de esa «oligarquía» está entre los objetivos del Gobierno Zapatero aunque no exista un plan sistemático aprobado sino distintas aproximaciones a la tarea, según ha confirmado La Voz. El asunto está en todos los encuentros vacacionales de altos cargos y del gran empresariado y la quiniela de nombres para sustituir a Cesar Alierta en Telefónica, por ejemplo, es bastante más inestable que el tiempo en estas fechas. Por lo menos se ha hablado ya de Isidre Fainé, Ignacio Santillana, Carlos Solchaga, Claudio Aranzadi, Narcís Serra y, últimamente, de Amparo Moraleda. Son rumores todos ellos de escaso fundamento por el momento aunque a base de ampliar la lista igual se incluye al agraciado o agraciada. Y cierto es que Serra ya se ha incorporado como vicepresidente de Telefónica Chile aunque de él se siga hablando como futuro presidente de Caixa Catalunya e incluso de la Caixa. Los pesos pesados del Gobierno parecen coincidir en la necesidad de esta renovación pero se manejan grados de decisión y tiempos distintos. «Pedro Solbes teme que renovar sin contemplaciones a los amigos de Rato -estima un ministro consultado por este periódico- traerá problemas con el FMI y deteriorará algunos indicadores de la economía española a escala internacional porque las entidades que los miden son muy sensibles a estos cambios». Sin embargo es Solbes quien ha indicado la necesidad de que esa renovación termine por producirse. Otro miembro del Gabinete, preguntado sobre si conoce el artículo de referencia de González, responde con claridad: «No solo lo conozco sino que lo guardo en mi mesa de trabajo con un esquema dibujado a mano». El esquema del ministro, que no llegamos a ver físicamente, debe equivaler a una hoja de ruta de la renovación pero siempre que el Presidente Zapatero dé luz verde. Y presumiblemente la dará, siempre con el ruego de causar las mínimas averías estéticas, si nos atenemos a sus propias declaraciones durante la campaña electoral:» El PP privatizó para regalar empresas a sus amigos». Otra cosa es que técnicamente el Gobierno pueda intervenir poco más allá de donde lo ha hecho (renovación del Presidente de Red Eléctrica, Pedro Mielgo, para sustituirlo por Luis Atienza, ex ministro de Agricultura). Hispasat parece ser el próximo capítulo y temiéndolo su presidente, Pedro Antonio Martin Marín, ex secretario de Estado de Comunicación que sustituyó a Miguel Angel Rodriguez, ha pasado al contraataque: «En mi currículum no figura el poseer el carnet del Partido Socialista». Pero en toda esta compleja operación de renovación, sin duda, Telefónica es la joya de la corona por su dimensión y acaso la más fácil de justificar. «No se puede mantener -aunque ya veremos como se resuelve técnicamente- a un presidente encausado por tráfico de influencias a favor de un sobrino y al secretario del Consejo con una página muy dudosa en el asunto Gescartera y después escucharles como hablan de «buenas prácticas» en las empresas», sostiene un alto cargo del PSC. La cuestión es que si no se puede hacer directamente, no hay más remedio que pedirle a los accionistas y consejeros que muevan el avión. Y de ahí que, un repaso a las participaciones accionariales, coloque a La Caixa, con Ricard Fornesa, Isidre Fainé y Antoni Brufau, en el puente de mando de cualquier movimiento. No en vano la Caixa está significativamente en Telefónica, Repsol y Endesa. Esa vía de actuación -no se divisa otra- dejaría a salvo a Francisco González porque el BBVA apenas tiene grandes accionistas -salvo un uno por ciento de Telefónica- y porque el consejo está integrado en más de la mitad de miembro por personas que él mismo nombró. Otra persona que podría mantenerse es Manuel Pizarro, presidente de Endesa, de quien se aprecia en todas las conversaciones con personalidades influyentes una referencia a su carácter dialogante y se destaca su éxito en la reducción de la deuda de la compañía y su consolidación en Latinoamérica. En defensa de los presidentes de grandes empresas cuestionados ha salido el Partido Popular y, sorprendentemente, Convergencia i Unió además de Comisiones Obreras que remite a los consejos de administración de las empresas. Izquierda Unida es rotunda:» Urge una limpieza y renovación de los responsables de empresas que fueron designados a dedo por el Gobierno del PP». Atentos a Septiembre.

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