Diario de León

De los «cuarenta iguales para hoy» al cuponazo, el euro y la rifa de sueldos para casi toda la vida

Colección privada de cupones de finales de los años ochenta

Colección privada de cupones de finales de los años ochenta

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El cupón de la Once, que está siendo tomado como modelo para financiar a colectivos discapacitados, especialmente en la América Latina, es una lotería que data en España de finales de la guerra civil y que desde entonces compite, por autorización excepcional del Estado, con el monopolio de los sorteos de Hacienda. El 8 de mayo de 1939 se celebraron los primeros sorteos del entonces llamado «cupón prociegos», que no vario de forma esencial su estructura y diseño, salvo en el precio, que fue elevándose progresivamente de 10 céntimos a 25 de las desaparecidas pesetas, mientras los premios eran de 25 o 250 veces el valor de lo jugado a las dos y tres cifras, respectivamente. Existían diferentes sorteos provinciales, hasta un total de treinta, dependiendo de que cada provincia tuviera o no su propia delegación de la Once, en los que se extraían tres únicas bolas o dígitos. «Gracias a la buena acogida del cupón» en los años cuarenta la Once pudo financiar sus primeras acciones sociales, como la creación de centros de enseñanza para ciegos o la primera imprenta nacional de textos en Braille. Casi ricos en los ochenta El primer gran salto hacia el cupón moderno tardó en producirse cuatro décadas, cuando el 13 de diciembre de 1981, festividad de Santa Lucía, Patrona de los ciegos, se autorizó un sorteo extraordinario de cien pesetas de las de la época. Cuatro años después el precio del cupón ordinario subio al doble (cincuenta pesetas), en 1987 se redondeó a cien, en 1991 apareció el «cuponazo» del fin de semana, ya a doscientes pesetas, etcétera. Mientras tanto las ventas de la lotería de ciegos se multiplicaron también varias veces, lo que permitió a la Once financiar a sus afiliados servicios impensables hasta entonces e, incluso, diversificar la venta de la lotería beneficiando a otros colectivos de minuesválidos y no sólo a los invidentes: en las esquinas la venta del cupón se realiza ya casi al 50% por unos y otros con salarios y comisiones que a menudo envidian el resto de los ciudadanos. Por último, el euro vino a modificar de nuevos los precios, naturalmente al alza, de modo que el cupón diario paró a costar primero un euro en vez de los sesenta céntimos nuevos y, ya ahora, 1,5 euros. Los viernes cube a 2.5 euros y los domingos a dos, aunque también los premios se han multiplicado en una proporción similar, de manera, entre cuponazos, supercupones del domingo, sorteos extraordinarios del verano, etcétera. De los «cuarenta iguales para hoy» de antaño, a diez centimos, peseta, duro o cinco duros el cupón ya casi nadie se acuerda en la delegación provinical de la Once, según su actual delegado en León, Juan Carlos Istillarte, entre otras cosas porque «gracias a Dios aquellos tiempos pasaron». Sólo los más anticuos de la institución los retienen en la memoria, seguramente sin nostalgia.

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