«Estudio para ser útil y, si puedo, juez, fiscal o abogado del Estado»

Nacido hace 28 años en Santa Marina del Rey e invidente desde hace casi una década a causa de un accidente de tráfico, José González es uno de los once alumnos becados en León por la Organización Nacional de Ciegos. Estudia tercero de Derecho en la Universidad, a la que accedió por las pruebas para mayores de 25 años, después de haber abandonado el bachillerado a los dieciseis y trabajar en empresas familiares de la construcción. Ahora le cuesta seguir las clases, a la vuelta de tantos avatares, pero lo que más le moslesta es que los colegas de aula lo miren como un bicho raro con bastón cada vez que empieza un nuevo curso. Cuando acabe de estudiar quiere hacer oposiciones. -Es usted ya un estudiante veterano. ¿Pero alguna vez pensó en dejarlo y tirar la toalla? -Yo había dejado de estudiar de chico, antes de tener el accidente, y cuando quise entrar en la Universidad lo hice en una academia por el sistema de acceso para mayores de 25 años. Aquello fue para mí un salto muy grande y más en estas circunstancias hacia un mundo completamente distinto. ¿Si fue muy difícil? Como cada decisión que se toma en la vida influye mucho la ilusión, el empeño y querer hacer lo que a uno le gusta. Eso es lo que ayuda cada día a superar las barreras. Los obstáculos son muchos y también el déficit cultural que te encuentras en la sociedad sobre lo que es una discapacidad. Eso te hace reflesionar y también te da rabia. A veces eso mismo que nosotros aceptamos como un reto hay gente que no lo asimila. -¿Siente que le miran como a un extraño cada vez que cambia de curso? -Desde el primer día ya contaba con ese problema, así que cuando decidí ir a la Universidad lo tuve claro. El aspecto psicológico es importantísimo y ser realista en vez de hacerte ilusiones es un factor muy importante. -¿Cómo se las apaña para coger apuntes en clase o consultar libros especializados, que es lo normal que se exige en la Universidad? -Coger los apuntes es relativamente fácil. Yo utilizo un «braille hablado», donde tecleo los textos y luego me los reproduce en voz de ordenador informático. El problema, efectivamente, son los libros de texto. A veces te mandan también acudir a fuentes de Iternet y tampoco nosotros teníamos ordenadores adaptados, hasta que hace poco conseguimos uno para los invidentes. Con esta nueva vía podemos hacer algo más, pero eso es muy reciente. -Hay otros diez estudiantes invidentes en la Universidad. ¿Se reunen a menudo? ¿De qué hablan? -De vez en cuando nos reunimos y, además, solemos coincidir en las facultades de Letras, Derecho o Magisterio, que es donde estamos casi todos. Es una cuestión de elección de salidas profesionales. ¿Hablar? El tema central suele ser los problemas con los que nos encontramos a diario. Y muchos tienen todavía difícil solución. -¿A qué piensa dedicarse cuando acabe la carrera? -Hombre, no tengo pensado ejercer la abogacía como tal, pero sí hacer oposiciones, tal vez a fiscal a juez o a abogado del Estado. Yo quiero acabar lo que estoy haciendo no para adquirir un título o ganar dinero o, como ahora se dice, invertir un tiempo en capital humano, sino porque quiero ser útil. De pequeño no quise estudiar más, pero, ahora que tengo tiempo, decidí volver a hacerlo y tener una carrerar que me aporte un nivel cultural lo más completo posible ¿No? -¿Qué le dijo su familia cuando entró en la Universidad? -En casa me dieron todo el apoyo del mundo. En ese sentido estoy muy agradecido a mi familia, lo mismo que cuando tenía catorce años decidí que no quería seguir estudiando, y me respetaron la decisión, como cuando luego me pasó lo que me pasó y quise volver a estudiar. Ellos están encantados.