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Continuidad ideológica, pero con cambio de formas y más centrismo

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e.c. | madrid
León

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Mariano Rajoy no ve motivos para cambiar las grandes líneas ideológicas de la era Aznar. Considera que sus políticas son válidas y no están agotadas y que la derrota electoral no supuso un rechazo de los españoles a las mismas sino un voto de castigo al Partido Popular por la guerra de Irak. Eso sí apuesta por nuevos modos, alejados de lo que una buena parte de la ciudadanía vio como arrogancia y prepotencia en los últimos cuatro años de Gobierno del Partido Popular. Lo que sí quiere es profundizar en el perfil centrista del partido, aunque para ello se ha encontrado ya con inconvenientes. Por ejemplo, ha tenido que dar marcha atrás y mantener la referencia al cristianismo en los estatutos, ante la reacción airada de un sector del Partido Popular. Acentuar el carácter laico de la organización, decían los críticos, era ofender innecesariamente a una parte muy importantes de los votantes. El discurso social En esa línea de conectar con la sociedad está la propuesta popular de legalizar las parejas de hecho estables, incluidas las de homosexuales y lesbianas, aunque sin reconocerles el derecho de adopción. Tampoco se quiere quedar atrás en las propuestas sociales, un terreno en el que el Partido Socialista Obrero Español ha logrado apuntarse algunos tantos. Reformas estatutarias El Partido Popular fijará también su posición en lo que se refiere a las reformas de los estatutos de autonomía. Josep Piqué, el político catalán que sintoniza muy bien Rajoy, será el encargado de hacerlo. Los populares asumirán que las reformas estatutarias podrán ser desiguales, de forma que unas comunidades puedan reclamar más competencias que otras. Pero todas tendrán la posibilidad de alcanzar el mismo techo, si lo desean. También avalarán el derecho de las comunidades a formar eurorregiones. Esto supondrá una cierta apertura, que se aproxima a la declaración de Santillana elaborada por los socialistas. En cualquier caso, Mariano Rajoy continuará criticando con acritud lo que considera falta de modelo territorial de Rodríguez Zapatero, que pone en peligro la unidad de España. Resulta significativo también que una de las ponencias se ti-tule Mantener la ambición del pleno empleo . La otra línea de ataque del nuevo líder popular al Gobierno socialista será acusarle de insolvencia económica, de poner en peligro la exitosa política económica de la etapa anterior y, especialmente, en lo que se refiere a lo que ya ve como brusco aumento del desempleo.