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Los constituyentes fueron investidos doctores honoris causa en las bodas de plata de la Universidad y de la Carta Magna

Los padres de la Constitución reflejan la diversidad de posturas ante su reforma

León reunió a Solé Tura, Fraga, Cisneros, Pérez Llorca, Herrero de Miñón y Peces Barba. Sólo faltó Roca

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Nuria González/Juan Vázquez - león
León

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Los siete padres de la Constitución de 1978 volvieron a representar ayer, igual que hicieron hace 25 años, la diversidad de sensibilidades que existe en el país frente al debate que abrió el nuevo Gobierno sobre la conveniencia de revisar la Carta Magna. Seis de los siete constituyentes -Miguel Roca no pudo viajar a León por razones personales- se reunieron ayer en el Auditorio para ser investidos doctores honoris causa por la Universidad de León, institución académica que nació, igual que la Constitución Española, hace 25 años. En sus discursos de incorporación al Claustro de Doctores, todos los homenajeados se refirieron, con mayor o menor intensidad, a la posibilidad de revisar la ley de leyes, sobre todo en lo que se refiere a la redefinición territorial del Estado, y sus posicionamientos dejaron patente su diversidad de pareceres al respecto; así, los más beligerantes por respetar el texto en su actual redacción fueron el ponente por la UCD José Pedro Pérez Llorca y el que fuera la voz de la antigua Alianza Popular, Manuel Fraga. Pérez Llorca reconoció el fracaso de la Constitución a la hora de buscar un equilibrio entre centralismo y diferenciación territorial, aunque advirtió del peligro de lo que considera la pretensión de las fuerzas nacionalistas para trazar «una espiral que dibuja en su resultado final no un modelo de Estado, sino un modelo de no Estado en el que la Constitución se convertiría en papel mojado frente a los estatutos», señaló. El hoy presidente de la Xunta de Galicia, Manuel Fraga, fue más allá y después de defender la plena vigencia y validez del modelo autonómico actual, llamó a «desactivar el veneno de los separatismos nacionalistas» y alertó sobre el peligro incluso de guerra civil que puede acarrear el que se cuestione la unidad territorial del país: «Si el experimento autonomista constitucional sale mal, detrás de él estarán la revolución, o la confragación civil o ambas cosas», dijo. También se mostró en contra de la reforma, al menos en sus valores esenciales, el ponente de la UCD Gabriel Cisneros, quien sostuvo que una reforma constitucional profunda debe surgir de una voluntad popular abrumadora, similar a la que había hace 25 años, pero que a su juicio no existe actualmente. Las voces a favor de la reforma Frente a estas posiciones se sitúan otras favorables a la reforma de la Carta Magna, como la del también ponente por la UCD Miguel Herrero de Miñón que defendió que el texto se adapte a los cambios que ha provocado el paso del tiempo, aunque siempre actuando con el mismo espíritu de consenso que en 1978 y preferiblemente sometiendo los cambios al refrendo popular. Ese mismo llamamiento al consenso en cualquier hipotética reforma constitucional lo hizo quien fuera la voz del Partido Comunista en la redacción de la Constitución, Jordi Solé Tura. El ponente que más defendió la revisión constitucional fue el representante del PSOE hace 25 años y actual rector de la Universidad Carlos III de Madrid, Gregorio Peces Barba, quien se refirió al momento actual como el más adecuado para acometer las reformas que plantea el Gobierno, a las que calificó como «sensatas». El único ausente ayer fue el ponente que representó a los nacionalistas catalanes y vascos, Miguel Roca, que en ocasiones anteriores se mostró contrario a acometer modificaciones de la Constitución, con la excepción de la reforma del Senado.

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